La semana anterior advertí que la presidenta Sheinbaum podría consolidar su liderazgo dentro de Morena a partir de tres señales claras: el deslinde de Monreal, la corrupción del ex secretario de seguridad de Adán Augusto cuando fue gobernador, y el freno legislativo a los operadores del ex presidente. Comenté una hipótesis, ¿estará dispuesto AMLO a compartir el poder con su sucesora? hoy los hechos recientes me motivan a darle continuidad al tema.
La información de que agencias estadounidenses investigan de tiempo atrás a Adán Augusto y a otros políticos del país por vínculos con el narcotráfico, al surgir el tema de su ex secretario de seguridad, lo ha colocado como un objetivo primordial para los norteamericanos, quizás el primero en la lista, junto con la filtración de la fotografía de Andy en Tokio que seguramente fue de la CIA, y no por fuego amigo, como pretenden hacer creer.
Se trata de un golpe demoledor al obradorismo, que no solo profundiza la crisis interna de Morena, sino que abre un espacio para tomar definiciones ante tales escándalos, que podrían acelerar el proceso que tarde o temprano tiene que llegar en la redefinición del poder dentro de la 4T, escenario que le permitiría a Sheinbaum mantener la unidad sin ceder ante las inercias del pasado.
Si su intención fuera la de construir su propio andamiaje político sin romper drásticamente con el obradorismo, pero sí con un enfoque diferente, menos confrontativo y más institucional, buscando nuevos aliados estratégicos en lo político y en lo económico, tendría que aterrizarla en tres pistas:
1. A Monreal, que acuerda con AMLO y negocia con la oposición, sustituirlo por el diputado Ramírez Cuellar, a quien sin ser parte del círculo compacto de Sheinbaum, le reconoce su militancia desde estudiante en la izquierda mexicana y su formación técnica, bien podría ser un operador desde el Congreso para impulsar el plan económico y social de la Presidenta.
Con este movimiento se enviarían dos mensajes, uno interno a los diputados de Morena, de que hay un nuevo liderazgo en las negociaciones al interior del Congreso, y uno exterior hacia EU, la de un líder como Ramírez Cuellar que no aparece en la lista de los políticos vinculados con el narco.
2. Un nuevo bloque empresarial sin depender de los magnates de siempre, articulando una alianza productiva, moderna, institucional, y no de élites comprometidas con el gobierno, que además del respaldo financiero, legitimen su autonomía frente a AMLO y ofrezcan respaldo a sus reformas.
3. Faltaría el partido Morena, quizá la pista más complicada, ya que tendría que depurar las estructuras internas donde conviven tribus con facciones cuyas lealtades están divididas. Promover el relevo en la Presidencia por alguien con autoridad moral y operativa cercano a ella, le permitiría afianzar su liderazgo hacia las próximas elecciones en junio de 2027, para renovar 500 diputaciones federales, 17 gubernaturas, diputados locales y presidencias municipales.
Con ello se enviaría un mensaje de que Morena entra en una etapa de consolidación de la 4T, y requiere de un relevo, sin sustituir a Andy de la secretaría de operación, a fin de no confrontar al ex presidente.
El costo de postergar una decisión puede ser alto y Sheinbaum lo sabe, por lo que tiene el desafío y la oportunidad de construir su propio liderazgo sin fracturar al movimiento, pero deberá hacerlo asumiendo un rol activo ante los escándalos que rodean su entorno político.