Hoy se cumplen 11 años de la noche de Iguala que ayer, previsible y violentamente, fueron conmemorados en la capital por manifestantes de la normal de Ayotzinapa.
Además de la foto de quien alentó la ilusión de encontrar “con vida” a los 43 estudiantes asesinados por la narcobanda Guerreros Unidos (imagen que pegaron en uno de los muros exteriores), la pancarta de presentación de los encapuchados “revolucionarios” (que pintarrajearon las bardas y vandalizaron uno de los accesos del Campo Militar Número Uno con un camión secuestrado que proyectaron contra la reja e incendiaron) debió rezar:
“Con los atentos saludos de Andrés Manuel López Obrador”.
Porque AMLO, animado con las insidias del GIEI, ONU-DH, EAAF, Centro Tlachinollan (con Vidulfo Rosales, hoy principal asesor del nuevo presidente de la Suprema Corte), Centro Pro, Serapaz, Fundar, Alejandro Encinas y la Fiscalía Especial del Caso, utilizó el crimen con toda impudicia desde su precampaña en 2014 bajo la consigna “fue el Estado” para golpear al peñato, conseguir votos y trepar a la Presidencia.
Fue así como los vividores del dolor ajeno consiguieron que el inmundo Tribunal Colegiado de Circuito de Reynosa dictara la perversa e inconstitucional sentencia que propició la liberación de la mayoría de inculpados que detuvo la PGR.
La ejemplar recomendación de la anterior CNDH emitida el 28 de noviembre de 2018, producto de la investigación más profunda, completa y objetiva que se haya realizado, hecha por la Oficina Especial para el Caso Iguala, develó completa la verdad de lo ocurrido y por vías diferentes llegó a las mismas conclusiones del MP federal reconfirmando que el destino final de los muchachos fueron el vertedero de Cocula y el río San Juan.
Degradada por Rosario Piedra, la ex respetable institución recomendó el estudio genético de 114 restos óseos en la Universidad de Innsbruck, a lo que de manera criminal se han opuesto por siete años el primero y el segundo pisos de la cuarta transformación.
Y es que los detractores de la Verdad a secas bien saben que el resultado positivo confirmaría la tesis del basurero.
Esa propuesta es una de tantas aportaciones de la CNDH para el esclarecimiento del caso, como lo han sido: el establecimiento de la participación en los hechos de Santiago Mazari, El Carrete, líder del grupo criminal de Los Rojos; la declaración que recabó de Juan Miguel Pantoja Miranda, El Pajarraco, sicario que describió detalles y circunstancias de la ejecución, quema y disposición de los restos de los 43 en el muladar y el río, así como el descubrimiento de la verdadera identidad y ubicación del sicario apodado La Rana, Édgar Damián Sandoval Albarrán (recientemente deportado de Estados Unidos); la del enigmático El Caminante, o el descubrimiento de El Patrón, autor intelectual de la matanza, y la determinación del móvil para matar a los normalistas, aspectos que la 4T se ha encargado de mantener escondidos…