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Apología del Cambio como Catarsis Ontológica

Desde los códigos legales mesopotámicos hasta las máximas morales transmitidas por generaciones; ha persistido una fascinación casi litúrgica por lo inmutable. 

La metáfora de lo “escrito en piedra” no es casual: evoca la dureza, la permanencia y la impermeabilidad a la erosión del tiempo. 

Sin embargo, la experiencia vital, ese flujo incesante que Heráclito ya definía como panta rhei, demuestra con cruel elegancia que incluso la piedra se desgasta, se fractura, se disuelve en polvo.

Lo inmutable, lejos de ser una virtud en sí, puede convertirse en una cárcel. 

La mente que rehúye el cambio por temor a la incertidumbre se somete, paradójicamente, a la tiranía de estructuras caducas. 

Lo que en un momento histórico pudo ser brújula, en otro puede degenerar en lastre. 

Y aquí reside la ironía: el cambio no sólo es inevitable, sino que es el mecanismo mismo por el que el sentido se regenera.

La vida, con su pedagogía a veces dulce y otras brutal, nos obliga a la revisión constante de nuestras “cosas escritas en piedra”. 

Nos enfrenta a la muerte de creencias, la caída de certezas, la mutación de nuestras jerarquías afectivas y éticas. 

Este proceso, aunque doloroso, es catártico en el sentido más profundo del término: una purga de lo que ya no sirve, una apertura a lo nuevo que, por definición, no puede ser anticipado del todo.

Aceptar el cambio no es un gesto de debilidad epistemológica, sino un acto de madurez filosófica. 

Significa comprender que la identidad no se ancla en la petrificación de nuestros principios, sino en la capacidad de reescribirlos cuando la realidad, dicta nuevas evidencias. 

La piedra, al fin y al cabo, es materia; el pensamiento, movimiento. 

Entre ambos, el que se empeñe en permanecer sólido acaba, tarde o temprano, convertido en ruina.

En última instancia, la catarsis que el cambio produce no es mera destrucción, sino transfiguración: un pasaje en el que lo viejo se disuelve para que algo más afinado con el presente emerja.

Resistir este flujo es ignorar que, incluso en las estelas de granito, el tiempo escribe con paciencia sus propias enmiendas.

Si algo está escrito, que sea en agua; así la vida podrá, sin pedir permiso, reescribirnos una y otra vez.

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Eduardo Emmanuel Ramosclamont Cázares
  • Eduardo Emmanuel Ramosclamont Cázares
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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