Durante la final de un torneo de fútbol para niños de 10 a 12 años en unas canchas de Torreón, una pelea campal entre padres de familia acabó abruptamente con el evento.
¿Cómo hemos llegado al punto en el que un partido de fútbol infantil se convierte en un campo de batalla para los adultos?
¿Qué mensaje estamos transmitiendo a nuestros hijos cuando permitimos que la violencia y la agresividad dominen un espacio que debería ser de alegría y aprendizaje? ¿Es posible cambiar esta cultura de competición y hostilidad por una de respeto y colaboración?
El club Atlético Torreón hizo un llamado a las ligas locales de fútbol infantiles, así como a padres y madres de familia, para evitar situaciones como estas.
Su mensaje es claro: ¡No más violencia en el fútbol infantil!
Frente a la violencia, siempre es más fácil mirar hacia otro lado o buscar justificaciones banales.
Por ello, es digno de felicitar que una institución decida hacer frente al problema y ofrecer soluciones.
Edson Terrazas, director deportivo del club, me comentó que están analizando junto a las asociaciones deportivas la posibilidad de crear una asociación de fútbol infantil en la ciudad.
Esta asociación regularía academias, escuelas y clubes deportivos, ofreciendo talleres con psicólogos deportivos para padres, madres y niños.
Sería un paso importante para la pacificación de estos espacios.
La violencia en el fútbol infantil no es solo un reflejo de una competencia tóxica; es un síntoma de una sociedad que ha perdido de vista lo sublime que puede ser el deporte.
El campo de juego debería ser un lugar donde los niños no solo aprendan a patear una pelota, sino también valores como el respeto, la solidaridad y la amistad.
Sin embargo, cuando los padres transforman estos eventos en arenas de insultos y agresiones, el mensaje que se envía es claro:
ganar a cualquier costo, incluso si eso significa perder un poco de nuestra humanidad.
El fútbol infantil no se trata solo de mejorar las habilidades deportivas de niños y niñas, sino de formar ciudadanos.
Cada partido puede ser una lección de vida, una oportunidad para demostrar que el respeto y la empatía son tan importantes como cualquier trofeo.
Como padres, entrenadores y miembros de la comunidad, tenemos la responsabilidad de asegurarnos de que el deporte sea una herramienta para que las infancias puedan forjar un carácter que les permita ser la mejor versión de sí mismas y no una excusa para la violencia.
@perezyortiz