Leí “Global Sumud Flotilla” y fui a mirar el mapa para imaginar una trayectoria de Barcelona, Túnez, Génova hacia Gaza.
Más de 50 barcos de 44 países. Me pregunto si estas naves viajan cargadas de víveres o de preguntas sobre lo que aún nos queda de humanidad.
Esta flotilla es, ante todo, un acto de resistencia civil: busca aliviar necesidades inmediatas, sí, pero su apuesta central es romper la narrativa del bloqueo y forzar un debate político donde el apoyo de las instituciones europeas al Estado de Israel sigue siendo la narrativa dominante.
Su potencia —y su riesgo— está en la exposición.
Sumud significa “firmeza” en árabe, pero en Palestina nombra algo más preciso: el compromiso ético y político de permanecer.
No es aguantar por aguantar ni romantizar el dolor; es abrir la tienda tras el bombardeo, reconstruir la casa caída.
Sumud es decir “seguimos aquí” con actos cotidianos que deshacen la lógica del despojo. Por eso una flotilla que lleva ese nombre no solo navega, afirma arraigo.
Cuando figuras como Greta Thunberg o Ada Colau anuncian que embarcan, no solo suman manos; amplifican el mensaje.
Cada escala en puerto es una conferencia itinerante: el bloqueo deja de ser un titular lejano y se cuela en sobremesas y cabildos.
No veo solo costales de alimento; veo un guión que busca desarmar la normalidad del asedio.
Sé que ninguna flotilla resuelve la devastación humanitaria. Pero el cálculo es otro: por cada nudo que se navega, hay una ventana abierta para incomodar cancillerías y mover electores.
La clave está en la persistencia: repetir la travesía hasta que el costo reputacional de impedirla supere el de permitirla.
La posibilidad de intercepción es parte del mensaje.
En 2010, nueve personas murieron cuando comandos israelíes abordaron el Mavi Marmara rumbo a Gaza; así lo documentó una misión de investigación del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Desde entonces, organizaciones como Amnistía Internacional han descrito el bloqueo como castigo colectivo prohibido por el derecho internacional.
Si hoy una nueva flotilla es detenida, el mundo volverá a ver qué se criminaliza la ayuda.
Más que barcos, son espejos que reflejan qué es lo que queda del proyecto de humanidad occidental creado en la segunda mitad del siglo pasado.
Me quedo con esta pregunta: cuando la Global Sumud Flotilla cruce el horizonte, ¿seremos capaces de convertir su estela mediática en voluntad política, o dejaremos que todo quede en imágenes hermosas sobre un mar que no cambia?
IG: @davidperezglobal