Política

La debacle de los tories

El 22 de mayo pasado el primer ministro británico Rishi Sunak anunció la convocatoria y celebración para el 4 de julio de elecciones generales en Reino Unido, las primeras a celebrarse desde el 20 de diciembre de 2019, cuando Boris Johnson se alzó con la victoria. Bajo el modelo parlamentario de Westminster, vigente en Reino Unido, no hay un periodo fijo de gobierno, pero las elecciones no deben celebrarse con más de cinco años de diferencia y el momento de las elecciones lo determina el Primer Ministro. Todo parece indicar que no pudo elegir peor momento para hacerlo.

Tal y cómo habían previsto todas las encuestas y sondeos, el partido conservador o tory de Sunak sufrió una estrepitosa derrota en las urnas dejando, en consecuencia, el poder que había ejercido sin interrupción desde el 6 de mayo de 2010, cuando David Cameron ganó por estrecho margen.

El gran ganador de la jornada electoral próxima ha sido Keir Starmer, el poco notable y muy tecnocrático-líder del Partido Laborista desde 2020, cuando sucedió al más radical Jeremy Corbyn, hecho que contrasta poderosamente con la tendencia aparentemente en alza de los liderazgos populistas y carismáticos.

Se trata de la primera alternancia, en la otrora emblemática democracia británica, en cerca de una década y media, después de una hegemonía política sin precedentes desde los trece años de dominio del New Labour de Tony Blair y Gordon Brown y sólo superada por las dos décadas de supremacía thatcheriana, prolongada por John Major.

La derrota de los tories es, claramente, producto del brutal y predecible desgaste que han sufrido en el poder a lo largo de este prolongado periodo, pero también, como resultado de la absoluta incompetencia y deshonestidad mostrada por los cinco gobiernos conservadores consecutivos.

A la apuesta fallida de Cameron de convocar un referéndum para dirimir si Reino Unido permanecía o abandonaba la Unión Europea en junio de 2016 siguió la debacle del Brexit, lo que obligó al entonces Primer Ministro a presentar su renuncia días después, siendo sucedido en el cargo por su Ministra del Interior, Theresa May. Esta debió de afrontar las devastadoras consecuencias de la salida británica de la UE y las divisiones en el seno de su partido, lo que la orilló a convocar elecciones anticipadas en junio de 2017, tres años antes de lo previsto. En dichos comicios los conservadores perdieron la mayoría absoluta lo que llevó a Corbyn a pedir la dimisión de la Primera Ministra. May fue salvada in extremis al recibir el apoyo del extremista Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte DUP, que le dio los escaños necesarios para formar un gobierno de coalición. Año y medio más tarde, May logró sortear un nuevo predicamento al superar una moción de censura de su propia bancada. No obstante las desavenencias y discordias al interior de su partido acabarían por impedir la consecución de un Brexit terso y racional y la orillaron a presentar su dimisión en mayo de 2019, que fue efectiva dos semanas más tarde.

May fue sucedida en el cargo de premier y de líder del Partido Conservador, por su ministro de Exteriores y ex alcalde de Londres, el estrambótico Boris Johnson, quien conduciría a su partido a su mayor victoria electoral desde 1979 en diciembre de ese mismo año, al obtener el 43,6% de los sufragios emitidos y derrotar a Corbyn, nuevamente. Su gobierno consiguió finalmente alcanzar un acuerdo por el cual el Brexit pudo llevarse a cabo, el 31 de enero de 2020. Sin embargo, en julio de 2022 se vio obligado a presentar su dimisión como resultado de su cuestionada gestión de la pandemia; de una serie de escándalos públicos que dañaron seriamente la imagen de su partido y tras ser acusado de haber mentido al Parlamento en repetidas ocasiones.

Johnson fue sucedido en el cargo por su Ministra de Exteriores, cuya gestión fue, por decirlo suavemente, calamitosa; tanto que apenas duró mes y medio en el cargo, como consecuencia de su desastroso manejo de la economía y de sus flagrantes vacilaciones.

A Truss le sucedería su ministro del Tesoro, Rishi Sunak, el actual Primer Ministro, cuarto tory en el cargo en apenas ocho años, lo que da cuenta de la grave inestabilidad política y del severo declive económico que Reino Unido ha experimentado bajo la égida conservadora.

Es tal el grado de deterioro, que incluso el muy influyente diario Financial Times, proverbialmente asociado a los intereses de la City londinense, dio su aval a Starmer y al Laborismo, de cara a los comicios.

Con todo, no sólo habrá alternancia en el poder. Una consecuencia indeseable y paralela a la bancarrota de los conservadores ha sido el ascenso y retorno del populista agitador Nigel Farage, quien jugó un papel decisivo en la consecución del Brexit, por medio de una insidiosa campaña de bulos y xenofobia, a través de su entonces Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés).

Ahora reaparece bajo una nueva formación, el Partido de la Reforma, que pese a no haber cumplido con las expectativas iniciales de la encuesta a pie de urna que le auguraban un total de 13 escaños, consiguió hacerse de cuatro asientos junto a su líder. El daño que la nueva irrupción de Farage puede suponer para el sistema político británico no debe, en modo alguno, ser subestimado. Después de siete intentos consecutivos fallidos logra finalmente entrar al Parlamento de Westminster, lo cual le confiere una plataforma encumbrada en el corazón mismo de la política británica.

No sería la primera vez que un marginal demagogo antisistema toma por asalto a un partido establecido y acaba por capturar y fagocitar a sus bases hasta dejarlo exangüe. Circunstancia que llevaría a una reconfiguración del sistema político británico, el célebre modelo de Westminster, que al favorecer el bipartidismo, por su inclinación al gobierno mayoritario, bien podría conducir a una nueva polaridad entre reformistas y laboristas, con la consiguiente debacle de los tories, algo no visto desde 1922, cuando el hasta entonces hegemónico Partido Liberal se escindió entre sus principales dirigentes, David Lloyd George y Herbert Asquith, dando lugar a su desplome, del cual nunca pudo volver a recuperarse, y del paralelo ascenso del Partido Laborista.

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Mario Ojeda Revah
  • Mario Ojeda Revah
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