Los migrantes que se dirigen a EU en busca de oportunidades de trabajo al no encontrar un salario justo en sus lugares de origen, enfrentan peligros como la extorsión, el secuestro y la violencia del crimen organizado.
Después de su largo tránsito, si tienen éxito en cruzar la frontera se ven obligados a vivir en una diáspora, sometiéndose a largas jornadas de trabajo en campos de cultivo o en la industria de la construcción y empleos que en ocasiones llegan a ser denigrantes.
La presencia de mexicanos allá es una de las diásporas más grandes del mundo, se tienen registros de que únicamente la India supera la cifra; y se estima que un tercio de los 11 millones de indocumentados en Estados Unidos son mexicanos.
Al viacrucis de atravesar la frontera le sigue enfrentar el reto de permanecer en ese país, pues a aquellos que son detenidos por las autoridades se les confina en estaciones migratorias donde permanecen días, semanas y hasta meses antes de ser trasladados a la frontera con México. Es en este momento de su peregrinar cuando se incrementa notablemente el riesgo en su integridad física.
Unas semanas antes que concluyera el año 2024 fui testigo, junto con dos personas más, del infierno que viven los migrantes deportados en suelo mexicano:
- Inicialmente nos trasladamos a la frontera de México con EU a las oficinas del Instituto Nacional de Migración a fin de entrevistarnos con el encargado de dicha oficina y exponerle el motivo de nuestra visita, que consistió en observar las condiciones en que se da la deportación de mexicanos.
- Diariamente entre las 13:00 y las 15:00 hrs., agentes de inmigración norteamericanos entregan a las autoridades de nuestro país a las personas deportadas.
- Ya en territorio nacional son ubicados en carpas donde se les proporciona alimento, en espera de ser trasladados en autobuses oficiales a sus estados natales.
- Sin embargo, estos tardan en llegar a la frontera de 2 a 3 días, lo que motiva que las personas deportadas acepten el ofrecimiento de ser trasladados en servicios particulares operados por los grupos delincuenciales, quienes en colusión con las autoridades tienen el verdadero control de la frontera.
- Ya en las camionetas, los delincuentes obligan a los deportados a proporcionarles el número telefónico de sus parientes que residen en diferentes estados de la República, a quienes les exigen fuertes sumas de dinero a fin de liberar a sus familiares, ya que desde el momento en que abordan dichas camionetas inicia su secuestro.
- En el caso de las mujeres jóvenes deportadas, son seleccionadas y vendidas a los tratantes de blancas, y los varones a los grupos del crimen organizado.
Ante este escenario, el reciente anuncio de la Presidenta Sheinbaum de enviar elementos de la Guardia Nacional a la frontera sin duda representará un respiro de esperanza para todas aquellas personas que son deportadas. Y seguramente, con los operativos que se realicen en los meses por venir, le pueden quitar el control de la frontera a los grupos delincuenciales.