Hay algo que nunca he querido perder como docente: la capacidad de asombro. Esa sensación de que, aunque llevo años frente a un grupo, siempre hay algo nuevo que aprender, algo que me sorprende y me recuerda por qué amo lo que hago.
Los cambios, lejos de intimidarme, me enseñan que la educación es también un viaje de constante evolución. Todo es perfectible. Y los inicios… tienen una magia especial. Son como páginas en blanco que invitan a escribir historias llenas de posibilidades, sueños y descubrimientos.
Cada nuevo proyecto es un recordatorio de que la educación no es estática: es viva, cambiante, y nos reta a renovarnos. Y hoy, me encuentro ante uno de esos comienzos que me llenan de energía y de ilusión: impartir clases a la primera generación del TecNotivox Campus Tampico.
Hoy escribo con el corazón rebosante de orgullo y gratitud. Después de haber conocido a directivos, docentes y todo un equipo que me sigue inspirando. Estoy a punto de vivir un momento que marcará para siempre mi vida profesional y personal. No es sólo un inicio para ellos, es también un nuevo capítulo para mí como docente, periodista y escritora. Ser parte de este momento histórico es un privilegio que atesoro y que me impulsa a dar lo mejor de mí.
Ser docente es más que una profesión: es mi vocación y mi misión de vida. He tenido el honor de formar a muchas generaciones, pero ahora, con este nuevo proyecto, siento una emoción distinta. Saber que acompañaré a los primeros estudiantes que pisarán las aulas de este campus me llena de energía y responsabilidad. Ellos serán los pioneros, y yo tendré el privilegio de guiarlos en un trayecto que, sin duda, marcará sus vidas.
La materia que impartiré está dedicada a fortalecer una de las habilidades más poderosas que podemos desarrollar: la escritura. Para mí, escribir no es solo un requisito académico; es un medio para pensar mejor, para comunicarse con claridad, para tocar corazones y para dejar huella. Quiero que mis alumnos comprendan que sus palabras tienen poder, que la escritura les ayudará a destacar como profesionistas y, sobre todo, a crecer como seres humanos.
Iniciar este camino junto a ellos significa acompañarlos desde la primera página de su historia universitaria. Es ver cómo cada uno llega con sueños y expectativas, y saber que juntos iremos construyendo herramientas, experiencias y aprendizajes que les servirán toda la vida. Seré testigo de su evolución y cómplice de sus logros, y eso es un honor que solo un docente apasionado puede entender.
Me emociona profundamente pensar que, dentro de unos años, recordarán este inicio con la misma ilusión que yo. Porque no solo están comenzando sus estudios; están dando los primeros pasos hacia convertirse en los profesionales y personas que aspiran ser. Y yo estaré ahí, motivándolos, escuchándolos y retándolos de forma positiva para ir más allá de sus propios límites.
A cada uno de ellos quiero decirles que mi compromiso es total. No sólo voy a enseñarles una materia, quiero sembrar en ellos la confianza en su voz, el amor por las ideas y el respeto por las palabras. Voy a motivarlos para que sean curiosos, creativos y perseverantes. Y, sobre todo, para que sean felices haciendo lo que aman.
A los jóvenes que iniciarán el lunes esta aventura les recuerdo: ustedes son la primera generación, los que abrirán el camino para los que vendrán. Háganlo con pasión, con entrega y con la certeza de que están construyendo su propio legado.
Como docente, periodista y escritora, mi compromiso es aportar mi experiencia, mi pasión y mi fe en su potencial. Les entregaré todo lo que sé y todo lo que soy, porque creo firmemente que las letras que escribamos juntos serán las alas que los llevarán tan lejos como su corazón y disciplina les permitan volar.
