Cultura

El camino hacia la experiencia

¿Recuerdas cómo fue tu primer día en el trabajo? ¿Quién te acompañó en esos momentos en los que parecía que no sabías por dónde empezar?

Todos hemos pasado por esa etapa en la que sentimos que no sabemos lo suficiente, en la que los errores parecen más grandes que los aciertos. Sin embargo, justo ahí comienza nuestro verdadero aprendizaje. Nadie nace experto, y ningún profesional llegó a ser reconocido sin antes equivocarse. Los errores, lejos de ser un fracaso, son parte de un proceso de construcción personal y profesional que con el tiempo se traduce en calidad, confianza y maestría.

Cuando miramos hacia atrás, muchos recordamos nuestros primeros trabajos: esa oficina pequeña, la computadora que no sabíamos usar del todo, la sensación de inseguridad al entregar un primer reporte o al hablar frente a un equipo. En esos momentos, la guía de alguien marcó la diferencia. Puede haber sido un jefe empático que nos tuvo paciencia, un compañero que nos mostró un camino más sencillo o incluso un error tan grande que nos obligó a crecer. Esas experiencias no solo nos enseñaron una tarea, nos enseñaron resiliencia.

Anders Ericsson, en su libro "Peak: Secrets from the new science of expertise", explica que la excelencia no proviene del talento natural, sino de la práctica deliberada y constante. Según su investigación, son las horas de esfuerzo, el análisis de los errores y la capacidad de ajustar lo que hacemos lo que realmente nos convierte en expertos. Esto significa que equivocarse no es una falla del proceso, sino el camino mismo para llegar a la competencia.

Los procesos de aprendizaje tienen una particularidad: al inicio parecen caóticos, pero con el tiempo adquieren estructura. Ese caos es necesario. Sin tropiezos no habría reflexión, y sin reflexión no hay mejora. Con los años, lo que antes parecía difícil hoy lo hacemos con naturalidad, y lo que alguna vez nos costaba mucho, hoy se lo explicamos a otros con paciencia. Eso es lo que convierte a un aprendiz en mentor.

Si cierras los ojos y piensas en tu recorrido profesional, probablemente vengan a tu mente nombres concretos: aquella jefa que confió en ti aun cuando no tenías toda la experiencia, ese líder que supo darte retroalimentación sin destruir tu confianza, o ese colega que compartió un truco que te ahorró horas de trabajo. Personas así se convierten en pilares silenciosos de nuestra trayectoria. Y lo más hermoso es que, sin darnos cuenta, con el tiempo nosotros también nos convertimos en esos guías para alguien más.

Aprender es un proceso lento y a veces doloroso, pero es también una fuente de gratitud. Porque cada caída nos recuerda que podemos levantarnos, y cada logro nos demuestra que no fue en vano. La experiencia es una cadena: recibimos paciencia, guía y empatía de quienes estuvieron antes que nosotros, y tarde o temprano nos toca transmitir lo mismo.

Cierro con una reflexión: ser experto no significa dejar de equivocarse, sino haber aprendido a transformar cada error en conocimiento y cada tropiezo en una nueva oportunidad. Al final, lo que queda no es solo lo que sabemos hacer, sino las personas que nos acompañaron en el camino y a quienes, de alguna manera, logramos impactar también.

Quizá la próxima vez que un joven llegue inseguro a su primer día de trabajo, seas tú quien le dé esa palabra de aliento que cambiará su vida.


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Magda Bárcenas Castro
  • Magda Bárcenas Castro
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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