Cultura

El Museo de la Fotografía: donde el tiempo se detiene

Pachuca es una ciudad de viento y de historia, donde cada rincón guarda un susurro del pasado. En su corazón, entre calles que resguardan secretos mineros y arquitectura colonial, se encuentra un espacio que atrapa el tiempo en imágenes: el Museo de la Fotografía, también conocido como Fototeca Nacional.

Un recinto donde los amantes del arte y la memoria pueden sumergirse en el instante preciso en que la luz dibujó una historia sobre el papel. Un lugar donde la nostalgia y la belleza caminan de la mano, esperando ser descubiertas por aquellos que saben mirar.

Desde su apertura en 1984, este museo ha sido un puente entre generaciones, resguardando los recuerdos visuales de México con la delicadeza de quien protege un tesoro. Pero no se trata solo de imágenes enmarcadas en paredes, sino de un viaje en el que cada fotografía es una puerta a un momento irrepetible.

En 2007, el recinto renovó su esencia para ofrecer un recorrido temático que nos invita a reflexionar sobre la fotografía como testigo del tiempo, transformando nuestra manera de observar la historia.

Las salas del museo son como capítulos de un libro sin palabras. Aquí, los rostros de siglos pasados nos observan con su mirada intacta en la sección de Retrato. Más adelante, las marchas y protestas cobran vida en Movimientos Sociales, donde las imágenes hablan de lucha y resistencia.

La vida cotidiana nos permite asomarnos a la rutina de quienes vivieron antes que nosotros, mientras que el paisaje nos transporta a parajes que han cambiado con los años. Y si el arte de la imagen te intriga, la sección de Experimentación muestra cómo la creatividad desafía las reglas de la luz y la sombra.

Uno de los grandes encantos del museo es la manera en que mezcla el ayer y el hoy. Gracias a la tecnología, las imágenes del siglo XIX y XX pueden convivir con piezas originales del siglo XXI, permitiéndonos apreciar los distintos procesos fotográficos y sus matices estéticos. Es un diálogo entre épocas, una conversación en la que el pasado comparte secretos con el presente a través de la lente de quienes supieron capturarlo.

Para quienes buscan una experiencia aún más inmersiva, el museo guarda un rincón especial dedicado a la fotografía estereoscópica. Este curioso invento permite ver imágenes en tres dimensiones, como si la historia cobrara profundidad ante nuestros ojos. Es un juego fascinante entre la realidad y la ilusión, una pequeña magia óptica que nos transporta a tiempos en los que mirar una imagen era toda una aventura.

Y para cerrar la visita con un toque inolvidable, el museo ofrece algo que convierte el recorrido en una verdadera cápsula del tiempo: un estudio fotográfico de finales del siglo XIX, donde los visitantes pueden tomarse una foto al estilo de antaño.

Con sombreros y accesorios de época, la experiencia se convierte en un instante mágico que nos permite ser parte de la historia que acabamos de recorrer. Todo esto, acompañado por un equipo cálido y amable desde que ingresas al lugar hasta que culminas el recorrido, todas las personas dispuestas a guiarte con entusiasmo por este universo de imágenes atrapadas en el tiempo.

Visitar el Museo de la Fotografía no es solo entrar a un edificio, es sumergirse en un espejo de memorias donde cada imagen cuenta una historia. Es una invitación a detenerse, a mirar con atención y a recordar que la fotografía no solo captura la realidad, sino también el alma de quienes la crean.


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Magda Bárcenas Castro
  • Magda Bárcenas Castro
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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