Finalizando el mes de enero, en ambientes católicos laguneros, se habla mucho de la catequesis que, lo que entiende la mayoría del pueblo, se trata de un quehacer pastoral que se refiere sobre todo a los niños y niñas, sobre todo para prepararlos a lo que se llama la primera comunión, con la carga sobre todo a la familia, que tiene que preparar la fiesta.
Esto último supone gastos fuera de lo común, pero no se ve anormal, aunque alguien critique señalando que ya el mercado forma parte integral de la administración de los sacramentos.
Muchos hechos parecidos forman parte de lo que se llama religiosidad popular.
Se trata del también llamado catolicismo popular de los que la llamada “reliquia” es una práctica, que aunque sea entre católicos en los hechos no necesita de ninguna orientación o permiso de la jerarquía católica.
Esta como rebeldía eclesial, muchas veces, el único elemento de unión con la autoridad eclesial, es la bendición a la que algunos acuden para comenzar el reparto de las sopas y los asados.
Se habla pues de un diálogo intraeclesial que pasan las décadas y a nadie le interesa establecerlo.
Pero es necesario intentarlo, ya que se trata de una práctica católica cultural que forma parte de la práctica cristiana, y entroncarla con la celebración de la misa, centro y cumbre de la espiritualidad cristiana.
No cabe duda que se trata de una tarea ingrata, ya que para algunos perezosos, lo mejor es no moverle a la solapa y llevar la fiesta en paz.
Aunque este modo de pensar es real, no deja de ser un reclamo urgente, tanto para sacerdotes y laicos, ya que de lo contraria estas prácticas mal atendidas, pueden, incluso, separar a jerarquía o laicado, por un descuido de observar con cuidado las prácticas del sacerdocio común del Pueblo de Dios.
El directorio para la catequesis, se considera a esta como el “laboratorio” del diálogo, y repite: “La Iglesia debe ir hacia el diálogo con el mundo que le toca vivir.
La Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio”.
Esta vocación, que tiene su raíz en el misterio de Dios que en Jesús entra en diálogo íntimo con el hombre, a partir de este diálogo entra en forma y asume sus características, es una iniciativa libre y gratuita, se funda en el amor, no se debe a los méritos de los interlocutores, no obliga, es para todos sin distinción, crece poco a poco”. (Directorio ca. Núm. 53).