Política

Puesta en escena

  • Ekos
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  • Javier García Bejos

La reciente reunión entre Donald Trump y Vladimir Putin en Anchorage, Alaska, ha sido presentada por ambos líderes como “productiva”, aunque la realidad apunta a un encuentro vacío de acuerdos concretos y cargado de simbolismo político. No hubo alto al fuego en Ucrania, ni compromisos verificables, pero sí una puesta en escena que favorece claramente a Moscú. Para Putin, el solo hecho de pisar suelo occidental con alfombra roja, desfile aéreo y un paseo en la limusina presidencial representa una victoria estratégica: proyecta la imagen de un líder que ha roto el aislamiento internacional impuesto tras la invasión de Ucrania, un triunfo propagandístico que no le ha costado concesiones.

Para Trump, la cumbre encaja en su estilo de diplomacia transaccional, más pendiente de la foto y el gesto que de un compromiso sólido. Sin embargo, este afán por mostrar “diálogo” tiene un precio: erosiona la posición colectiva de Occidente, debilita la cohesión de la OTAN y deja a Ucrania en la incómoda posición de espectadora de su propio conflicto. La ausencia de Volodímir Zelensky en la mesa no es un detalle menor; es una afrenta directa a cualquier proceso que aspire a legitimidad y un desaire al derecho internacional. El mensaje implícito es que el destino de una nación puede decidirse sin su consentimiento, una lógica peligrosa que resucita prácticas diplomáticas del siglo XIX.

En términos económicos, la reunión fue bien recibida por ciertos sectores energéticos y de metales preciosos, al disipar el temor a nuevas sanciones. En lo estratégico, sin embargo, no se vislumbra avance alguno hacia la paz: las hostilidades continuarán, con el consiguiente costo humanitario y el riesgo de una guerra prolongada. La propia posibilidad de un próximo encuentro, incluso en Moscú, abre interrogantes sobre hasta qué punto Washington está dispuesto a sacrificar principios por la ilusión de un entendimiento.

En suma, lo ocurrido en Alaska no parece un paso hacia la resolución del conflicto, sino un espejismo cuidadosamente escenificado. Putin regresa fortalecido en el tablero diplomático, mientras Estados Unidos muestra fisuras en su liderazgo global. El tiempo dirá si esta fue una jugada de alto riesgo con miras a una paz duradera o, más bien, un acto de complacencia que dejará a Occidente pagando un costo político y moral difícil de revertir.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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