Pobres tontos, ingenuos chcharlatanes, fueron palomas por querer ser gavilanes. Y justo cuando la ultraderecha nacional ya estaba muy confiada linchando a Beatriz Gutiérrez Müller… “¡Tómala barbón!” que les aplica una terapia de choque con la carta donde desmiente todas las barrabasadas que habían dicho sobre ella: que se iba a vivir a Madrid en el barrio más lujoso, que casi que todos los lunes va a tomar el té con mi licenciado Peña, Caldedrunk y Salinas de Gortari.
Bueno, los del ABC casi decían que que ella fan from hell de Francisco Franco, que si le iba a pasar cantando la de ahí está, ahí está, la Puerta de Alcalá.
Bueno, era tan detallada su descripción con ironías incluidas (ya se sabe, la mujer que orilló a López Obrador a que se distanciara de España al exigir que se disculpara por las matazones de la Conquista, ahora se iba a ir a vivir al país que tanto odiaba), prácticamente podían asegurar si temor a equivocarse que la señora Gutiérrez Müller ya tenía su palco en el Bernabéu.
Y todo sin un dato duro, un documento o algo que confirmara sus alucines.
Y en México la derecha se subió 1al tren del mame, como siempre, sin cuestionar nada, replicando cual borregos lo que se dictaba desde Madrid, pero como era lógico terminaron haciendo el ridi a la usanza de Guadalupe Loaeza y Rivapayacho. La clase de periodismo que les gusta a Cascabel Hernández y Lord Montajes Loret. Y a Claudio XXX González.
Lo mejor es que una vez que doña Beatriz dejó bien clara la situación, a los derechairos se les cayó luego luego el wifi, y nadie se hizo cargo de sus fake news, como si les fuera a caer su ultraderechismo calderonicolita.
En cambio, la derechairiza nacional le siguió la onda mansamente al reportero español que, a pesar de la felípica que le aventó al rostro por falsario, insistía neciamente que ella quería buscar a los Reyes para reconocer que Hernán Cortés había sido un humanista.
Y qué decir del periódico ABC que todavía se hizo la vístima porque “la esposa de López Obrador” (misoginias aparte) había cargado con ellos, pero que no los había desmentido. Bueno, doña Beatriz respondió lo que era procedente: “¿Saben leer (hay algún padecimiento de comprensión lectora) o les mando un volumen (o sinopsis) de un libro bien escrito de don Torcuato Luca de Tena como «Los renglones torcidos de Dios»? Presenten documentos, contratos, matrícula, boletos, ¡qué sé yo! PRUEBAS, no murmullos palaciegos.”
¡Toma perro tu birote!