Estados

La Parálisis del Esteta

En el entramado de las decisiones humanas, pocas fuerzas operan con tanta sutileza y determinismo como el estatus quo. 

Esta tendencia a perseverar en el estado presente, a menudo bajo la apariencia de prudencia o realismo, se manifiesta no solo en contextos sociales y políticos, sino en la más íntima arquitectura de la existencia individual. 

Desde la filosofía de Søren Kierkegaard, especialmente en su análisis del estadio estético de la vida, se vislumbra una analogía profunda entre la inercia del estatus quo y la figura del hombre esteta: ese sujeto que posterga, divaga y se disuelve en la multiplicidad de posibilidades sin asumir compromiso alguno.

La decisión, entendida aquí en clave existencial, no es meramente un acto racional o lógico. 

Es una ruptura, un salto, un desgarramiento del continuo habitual. 

Kierkegaard nos previene que el esteta, lejos de ser simplemente un hedonista superficial, es un espíritu refinado, capaz de observar las infinitas posibilidades de la vida sin querer encarnarse en ninguna. 

Su vida es, en efecto, un aplazamiento perpetuo, una evitación sistemática del acto decisivo que lo vincularía con lo absoluto. 

En ese sentido, el esteta no es un transgresor del orden; es su más fiel rehén, precisamente porque teme la transformación que conlleva decidir.

La preferencia por el estatus quo, entonces, no es inocua. Es una estrategia existencial. 

La mente contemporánea, saturada de opciones y sometida al imperativo de la elección libre, responde frecuentemente refugiándose en lo dado. 

Optar por lo conocido no es solo elegir lo familiar; es también una forma de eludir el vértigo de la responsabilidad. 

En palabras kierkegaardianas, es evitar el salto cualitativo que exige toda verdadera decisión, aquella que implica angustia, fe y, en última instancia, la posibilidad del yo.

El esteta moderno, atrapado en la comodidad de lo establecido, es un sujeto que racionaliza su inacción como prudencia, su quietud como madurez y su apego al presente como estabilidad. 

Pero bajo esa superficie se esconde un profundo desasosiego: la conciencia soterrada de que al no elegir se está eligiendo, y que esa elección tácita no es otra cosa que una forma sofisticada de desesperación.

Kierkegaard advertía que solo mediante la asunción del compromiso, ya sea estético, ético o religioso, el sujeto puede advenir como tal. 

Mientras tanto, permanecerá diluido en la ilusión de la posibilidad, encerrado en la cárcel del estatus quo y condenado a una existencia vacía de sentido, aunque revestida de elegancia y reflexión.

Así, la resistencia a decidir, disfrazada de sabiduría o equilibrio, es en realidad una fidelidad enfermiza a un presente inauténtico. 

Y en esa fidelidad se cifra la tragedia del esteta: su imposibilidad de devenir plenamente humano.

Google news logo
Síguenos en
Eduardo Emmanuel Ramosclamont Cázares
  • Eduardo Emmanuel Ramosclamont Cázares
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.