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Entre los Hilos del Tiempo y La Ilusión de lo Inabarcable

Hay días en los que el tiempo parece desvanecerse ante mis ojos, como si las horas se disolvieran antes de poder atraparlas. 

Siento que me faltan minutos, que los días son más cortos, que el sol se oculta antes de lo previsto, y que, sin darme cuenta, ya estamos a mitad de la semana. 

El ritmo vertiginoso de la vida moderna me obliga a correr, pero cuanto más rápido avanzo, más corto se vuelve el día, más efímeras se vuelven las semanas.

Quiero conquistar objetivos gigantescos, alcanzar horizontes que parecen inabarcables, y a la vez encontrar tiempo para nutrir mis ambiciones más profundas, mientras intento abarcar la inmensidad de lo que me propongo. 

Pero el tiempo no me basta.

El deseo de alcanzar lo imposible me persigue. Mientras más busco hacer, más noto cómo las horas, indiferentes, se escapan.

Las semanas, que antes se desplegaban con calma, ahora se evaporan en un parpadeo. 

Los lunes se mezclan con los viernes y, cuando finalmente tengo la sensación de haber empezado, ya es domingo otra vez. 

El reloj no da tregua, y yo me encuentro atrapado entre un deseo constante de lograr más y la cruda realidad de mis límites temporales.

Me pregunto si esta sensación es propia de nuestra era o si los antiguos también lucharon contra la brevedad del tiempo. 

Quizás, en su ritmo pausado, sentían que el día les pertenecía más, que las horas no se escurrían tan rápido. 

Tal vez la vida no era tan acelerada, y podían sentarse a contemplar el paso del tiempo sin sentir que se les escapaba entre los dedos.

Pero hoy, me enfrento a la paradoja de querer hacerlo todo y disponer de menos tiempo. 

El deseo de conquistar mis metas se enfrenta a la realidad de que el día solo tiene 24 horas. 

Y mientras más lo intento, más noto que esas horas parecen menguar.

¿Será que el verdadero problema no es el tiempo, sino mi relación con él? 

En este mundo donde lo inmediato y lo urgente dominan, tal vez haya olvidado cómo pausar, cómo darle valor al minuto presente. 

Quizás el secreto esté en aceptar que no puedo tenerlo todo, que no todo lo que deseo hacer debe hacerse ahora. 

Quizás, en vez de correr, debo aprender a caminar.

Porque al final, es la forma en que habitamos el tiempo lo que le otorga su verdadero sentido.

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Eduardo Emmanuel Ramosclamont Cázares
  • Eduardo Emmanuel Ramosclamont Cázares
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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