Hibakusha es un término japonés que significa “persona bombardeada” y así suele llamarse a los sobrevivientes de los bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki en 1945.
Estas personas no solo enfrentaron las devastadoras secuelas físicas y psicológicas de la radiación, sino que también sufrieron discriminación y rechazo social debido al temor generalizado hacia los efectos de la radiación.
Muchos hibakusha se han convertido en narradores sociales, compartiendo sus testimonios con la esperanza de que tales atrocidades no se repitan.
El martes pasado, Día de los Derechos Humanos, Terumi Tanaka, Shigemitsu Tanaka y Toshiyuki Mimaki, fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz.
En la ceremonia celebrada en el Ayuntamiento de Oslo, los sobrevivientes compartieron relatos personales que conectan el pasado con el presente, recordándonos que las amenazas nucleares son un peligro actual.
Sus relatos advierten cómo la existencia de arsenales nucleares amenaza la supervivencia de la humanidad.
¿Cómo se puede transmitir la magnitud del sufrimiento humano causado por las armas nucleares para movilizar a las naciones hacia la paz?
Las palabras de Terumi Tanaka, quien recordó su experiencia como un adolescente de 13 años expuesto a la bomba de Nagasaki, trascienden el tiempo.
Su testimonio es un recordatorio de que las armas nucleares no solo destruyen vidas en un instante, sino que dejan un legado de sufrimiento que afecta generaciones.
Mientras que los sobrevivientes abogan por un desarme completo, algunos estrategas defienden la necesidad de mantener arsenales nucleares como un mal necesario para garantizar la paz a través de la disuasión.
Sin embargo, este argumento no solo perpetúa un estado de inseguridad global, sino que también normaliza la posibilidad de destrucción masiva.
Los relatos de los hibakusha humanizan un debate que a menudo se reduce a cifras y estrategias, devolviendo el foco al impacto humano de estas armas y la pertinencia de exigir un desarme nuclear.
@perezyortiz