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La bofetada

Al aterrizar en Vietnam el pasado domingo 25 de mayo, Emmanuel y Brigitte Macron fueron protagonistas de un video viral que, desde la escalerilla de un avión en Hanói, sacudió tanto las redes digitales como la diplomacia.

El gobierno francés confirmó que el video era real, aunque minimizó el hecho describiéndolo como una «pequeña riña» de pareja. El propio Macron declaró que se trataba de «una broma». Incluso Vanity Fair ironizó diciendo que algunos no entienden «lo sexy y francés» de la escena.

Conviene ir más allá del meme y preguntarnos qué normaliza ese empujón en la cara del presidente, especialmente cuando se presenta como una simple «broma de pareja». Interacciones aparentemente triviales —como un empujón cariñoso o irritado— revelan jerarquías y tensiones, y hablan de cómo se configuran las relaciones.

Cuando un empujón se presenta como «juego», corremos el riesgo de reforzar la idea de que un golpe «sin consecuencias» es parte aceptable de la cotidianidad.

La violencia simbólica es el conjunto de prácticas de dominación tan incorporadas a la vida diaria que ya ni siquiera se perciben como tales. En muchas parejas, el tránsito del manoseo brusco a la agresión abierta ocurre bajo la coartada de la «broma».

La línea ética está en el consentimiento: si este no es explícito —y en público es difícil asegurarlo—, la supuesta broma se convierte en una imposición física.

Al calificar este gesto como una muestra de «complicidad», el gobierno francés envía un mensaje ambiguo: la violencia leve sería parte aceptable de la dramaturgia marital. Ese guión, reproducido millones de veces, legitima microagresiones en otros hogares menos protegidos por el poder y la prensa.

Mientras debatimos si fue empujón o caricia, se difumina la conversación sobre las políticas insuficientes contra la violencia de género. Según la OMS, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja a lo largo de la vida.

Concluir que «no pasa nada» es, precisamente, la forma más eficaz de que todo siga pasando. Reconocer la frontera entre broma y agresión —y exigir respeto a esta frontera en lo privado y en lo público— es un paso imprescindible para dejar de normalizar la violencia no consensuada en la pareja.

Los gestos importan; cuando estos son acciones sobre el cuerpo de los demás, debemos detenernos a reflexionar sobre ellos.


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david pérez
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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