Cultura

Fidelidad, pérdida y perros

A los perros no les va muy bien en la Biblia. Reyes y patriarcas se comparan con ellos cuando creen recibir tratos injustos, y es común que se maldigan evocándolos. En los Proverbios, Salomón los asocia con la necedad: “Como perro que vuelve a su vómito, así es el necio que vuelve a su insensatez”. En el Apocalipsis, son excluidos de la ciudad celestial junto a los hechiceros, los homicidas y los idólatras. Pero más allá de estos símbolos, los perros siguen ahí: leales, silenciosos, atentos.

Dicen que Keeper, el perro de Emily Brontë, siguió el cortejo fúnebre de su dueña hasta la tumba, y que aulló por semanas frente a su habitación. Algo parecido me ocurrió con Borges, mi San Bernardo, cuya muerte pareció desencadenar una época oscura en mi vida. A veces creo que absorbía mis golpes y los transformaba en algo hermoso. Cuando partió, supe que había perdido no solo a un compañero, sino a un cómplice en el arte de resistir.

En la Edad Media, el perro recuperó su carácter simbólico de fidelidad: en la heráldica, el perro negro sobre oro es el caballero de luto; el dorado sobre rojo, el dispuesto a morir por su Rey. Chevalier recuerda su función mítica más antigua: ser guía del hombre en la noche de la muerte, tras haber sido su compañero en el día de la vida. Los lacandones aún colocan figurillas de perro en las tumbas para asegurar ese paso.

Habrá quien reduzca su presencia a respuestas instintivas, a condicionamientos. Qué pena. El perro que apoya su cabeza en nuestra pierna cuando estamos tristes no obedece una fórmula; entrega su calma para sostenernos. Más que enseñarnos la lealtad, los perros nos preparan para la pérdida, para el amor que se da sin medida y, también, para el duelo inevitable.

Amen a sus perros —no por lo que hacen, sino por lo que son: una forma viva del amor que cuida, acompaña y, al final, también duele.


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Alfonso Valencia
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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