Una de las preguntas que con frecuencia nos hacemos tiene que ver con el carácter de Dios: Si él es bueno, ¿por qué enviaría a alguien al Infierno? El cuestionamiento como tal implica que nosotros estamos exentos de responsabilidad en cuanto a nuestro destino eterno. Olvidamos que Dios nos ha dotado de libre albedrío y que incontable número de veces hemos pensado, dicho o hecho cosas que sabemos están mal.
¿Sería bueno un juez que declara intencionalmente inocente al culpable? ¿Sería bueno un policía que intencionalmente no captura al delincuente? ¡Claro que no! La bondad no es excluyente de la justicia. Ciertamente Dios es totalmente bueno y, en consecuencia, totalmente justo.
El deseo de Dios es que todos vayamos al Cielo. Él ha decidido amarnos a pesar de saber lo que verdaderamente somos. En consecuencia, él ha hecho posible que la bondad y la justicia coincidan, pero para lograrlo le costó absolutamente todo.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”, (Romanos 5:8). “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”, (Juan 3:16). “Jesús es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo”, (1ª. Juan 2:2)
El Dios justo, santo, perfecto, amoroso, omnipotente, omnipresente y omnisciente, decidió que su amado y único Hijo, tomara nuestro lugar de culpables en la cruz, asumiendo sobre sí nuestro respectivo castigo: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición”, (Gálatas 3:13). “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”, (1ª. Pedro 3:18).
Así que en todo caso la pregunta que cada uno debiéramos hacernos es: ¿Por qué escoger el Infierno, en vez de un Dios incomparablemente amoroso que nos anhela en el Cielo?
En esta vida somos tú y yo quienes decidimos creer en Jesucristo o rechazarle, y eso tiene consecuencias eternas. Dios en su infinito amor y bondad ya hizo todo para salvarnos; ya dio lo más preciado que tiene para perdonarnos. Lo único que Él desea es que le creamos.
Reconócete pecador perdido y cree en Jesucristo. Eso lo es todo.