Era joven y llevaba una vida disipada; había quedado de verme con un grupo de amigos en una cabaña localizada en un bosque. Me dieron instrucciones verbales de cómo llegar. No existían los GPS ni los celulares. Era noche y tomé un angosto camino de terracería. Llevaba media hora conduciendo cuando se desató una tormenta. Solo veía árboles, maleza, truenos, y lluvia. Quería dar media vuelta y volver a la carretera, pero era imposible De pronto caí en una zanja y el auto quedó atascado. Mis esfuerzos por sacarlo fueron en vano. Empapado y enlodado me metí al auto y, en cuanto apagué el motor y las luces, se encendió mi pánico interno. Estuve despierto toda la noche. Rezaba a Dios diciéndole que, si me libraba de esa, yo cambiaría mi estilo de vida.
Tan pronto amaneció, emprendí una larga caminata; Por providencia divina me encontré con un agricultor que con su tractor rescató el vehículo. El hombre me explicó que el camino que debía haber tomado, estaba kilómetros adelante. Luego de que el peligro pasó, pronto volví a las andadas.
No sé si alguna vez has atravesado por una experiencia similar. Has tomado un camino equivocado por intuición, decisión consciente, por influencia de parientes y “amigos”, o por decisiones de terceros sin que tuvieras oportunidad de hacer nada al respecto. De pronto eres consciente de que estás metido en serios aprietos. El temor, sufrimiento, culpa, vergüenza, desesperanza, adicción, furia, rencor, frustración, o depresión, azotan tu alma como olas de un mar embravecido. Haz hecho todo lo que está a tu alcance para salir adelante, pero cada vez te encuentras en peores condiciones.
Sí, el mundo nos provee distracción; pero solo Dios nos ofrece dirección. Él nos creó y nos ama. Él no ignora lo que te han hecho, ni tampoco lo que tú has hecho. Dios quiere que le conozcas, rescatarte y darte vida nueva. El GPS celestial nos indica el rumbo: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, Juan 14:6. “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte”, Proverbios 14:12.
Acude a Jesús tal y como estás. Pídele en este momento que te perdone y venga a morar a tu corazón. Te sorprenderás de lo que él hará en ti, por ti y para ti, a fin de revelar su gloria y bendecirte.
