Corría el 2001. Tenía 43 años. Luego de un largo trayecto había alcanzado la cima de la fama mundial, era ícono de la belleza femenina y, por supuesto, millonaria. Pero iniciaron los dolores de cabeza. De pronto se encontró en el suelo. Ella no lo sabía, pero una arteria se había roto, lo que le provocó una hemorragia y un derrame cerebrales.
“No llegué al hospital hasta el tercero o cuarto día de mi derrame. Tuve un derrame cerebral masivo y una hemorragia cerebral que duró nueve días. Las posibilidades de sobrevivir eran de 1%", expresó.
Después de aquel accidente cerebrovascular, Sharon Stone perdió toda su fortuna en atenciones médicas. Tardó siete años en recuperare y no tenía trabajo. “Las personas me trataron de una manera que era brutalmente cruel”. Además, perdió la custodia de su hijo adoptivo Roan, en 2008.
Una reportera de a BBC le preguntó esta semana a la célebre actriz, qué le diría a su yo más joven acerca de la resiliencia. Ella se llevó las manos al rostro, hizo una larga pausa y comenzó a llorar. Le diría “no lo sabes, pero lo vas a lograr. Me lo tatuaría en el interior de los párpados”.
“Nunca vas a cambiar. Eres un tonto. Jamás podrás superar esa adicción. A nadie le importas. Siempre has sido un fracaso. No tienes perdón. Lo mejor que podrías hacer es morirte. No vales nada”. Esas y otras muchas frases similares quizá provienen de personas a las que más hemos herido. Justificarse no remediará nada; reconocer nuestra condición y necesidad de ayuda sobrenatural hará la diferencia.
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”, (Isaías 1:18)
Dios está dispuesto a perdonarte, salvarte y transformarte. Jesucristo, el hijo de Dios, vino a este mundo a buscar y salvar lo que se había perdido. En la cruz Él pagó el precio de nuestra paz, llevando sobre sí mismo tus pecados y los míos, y recibiendo el castigo que nos correspondía.
Cree en Él. Arrepiéntete, y pídele que venga a morar a tu corazón. Si lo haces con sinceridad, un milagro ocurrirá. Recuperarse quizá tomará tiempo, pero Él estará contigo y nunca te dejará ni desamparará. Su amor se tatuará en tu alma.
