Confieso que el video me atrapó. Un “ex veterano de guerra” hablaba con tal habilidad que yo continuaba viendo su narrativa. Su esposa, -que de recién casados tenía el “cuerpo perfecto”-, después de varios años y embarazos sufría obesidad mórbida. Su matrimonio estaba en crisis, pero él se había lanzado a hacer una profunda investigación que le llevó al otro lado del mundo, con un “científico” que había sido “amenazado y expulsado” por las farmacéuticas por haber descubierto un “componente natural” que permitía a las personas perder peso al dormir por las noches, sin hacer ningún tipo de dieta o ejercicio.
El video estaba acompañado de imágenes de “personas” que en algún momento fueron obesas, y que en cuestión de semanas tenían figuras envidiables. Sonaba “demasiado bien” pero al mismo tiempo sabía que algo no cuadraba. Así que hice mi propia investigación sobre la compañía que ofrecía el “milagroso” producto, y resultó que era una verdadera y peligrosa estafa; económicamente y para la salud de quienes caían en su trampa.
En el mundo espiritual ocurre algo similar. Engañadores que, utilizando el nombre de Dios, prometen prosperidad, salud, y bienestar permanente. Engañadores que aseguran que toda religión conduce a Dios. Engañadores que ofrecen pócimas, aceites y toda clase de productos para “librar del mal de ojo”, y resolver cualquier problema personal y físico.
Previo a su crucifixión, Jesús les dijo a sus discípulos: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”, (Juan 16:33). Habrá aflicción, pero podemos tener a Cristo si decidimos creer en Él.
Jesús murió en la cruz tomando sobre sí mismo nuestro pecado, para reconciliarnos con Dios y que podamos estar eternamente en el Cielo. Si das un paso de fe y le pides que te perdone y salve, hará su obra en ti y estará contigo en todo momento, (Mateo 28:20).
Es imposible que en este mundo no haya sufrimiento y dolorosas pérdidas, pero Jesús tiene algo mejor para los suyos: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros” (Juan 14:2).
Si la tierra creada por Dios es hermosa, ¿cómo será el lugar que Jesús está preparando para ti? Cree en Él, y lo verás.
