Al hablar acerca de las verdades bíblicas, algunas personas reaccionan diciendo: “Todo es cuestión de interpretación”. Pero nada más alejado de la realidad. Algunos ejemplos: ¿Cómo interpretas mandamientos tales como “no matarás, no hurtarás, no darás falso testimonio, no codiciarás, no adulterarás”? Solo hay una forma de interpretarlos: ¡No lo hagas!
Lo cierto es que todos hemos violado las normas del Dios eterno. La Biblia le llama claramente pecado, y ese es el más grave problema de todo ser humano. Esta vida es temporal, pero hay una eternidad de sufrimiento o gozo que aguarda a cada uno de nosotros.
¿Te gustaría ser tratado por un médico que intencionalmente te dé un mal diagnóstico poniéndote en peligro de muerte? ¿Por qué entonces pensar que un Dios de perfecto amor; omnisciente, omnipotente y omnipresente, nos va a engañar acerca de nuestra condición y del remedio que Él ha provisto para salvarnos?
¿Cómo interpretas: “No hay justo, ni aún uno. Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque”? (Romanos 3:10, Romanos 3:23, Eclesiastés 7:20).
¿Cómo interpretas: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”? (Hechos 4:11-12)
¿Cómo interpretas las palabras de Jesús al decir: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”? Juan 14:6.
¿Cómo interpretas: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”? (Juan 3:16 y 18).
Dios no juega con nuestra eternidad: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”, (1ª. Juan 5:12).
Cree en Jesucristo. Pídele que te perdone, salve y venga a morar a tu corazón. Él ya hizo todo, y fue por amor a ti: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”, (1ª. Pedro 3:18)
