Creció en el ateísmo, creyendo que “todo se limitaba a la ciencia”. Sin embargo, tras años de práctica médica y encuentros con innumerables pacientes, reconoció la limitación de su perspectiva sobre la vida. La lectura de C.S. Lewis, brillante literato inglés reconocido por “Las Crónicas de Narnia”, le reveló una base intelectual y racional para la fe que antes negaba.
“La figura de Jesús me atrajo notablemente, no como un mito, sino como alguien con respuestas que yo necesitaba”, así resume el Doctor Francis Collins su conversión al cristianismo, fe que hasta la fecha expone públicamente y con toda claridad.
El caso del Collins, especialista en genética y exdirector del “Proyecto Genoma Humano”, es notable. Bajo la presidencia de Barak Obama, lideró los Institutos Nacionales de Salud y fue reconocido como uno de los científicos más destacados del mundo.
Su convicción cristiana le inspiró a establecer la “Fundación BioLogos”, que promueve la armonía entre la ciencia y la fe. En 2009, el Doctor Collins recibió la “Medalla Presidencial de la Libertad de los Estados Unidos”.
Contrario a la creencia de que la fe cristiana exige abandonar la razón, la Biblia enseña lo opuesto: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma y mente”, nos dejó claramente establecido el Señor Jesucristo (Mateo 22:35-37).
Dios nos invita a amarlo con nuestra mente, ofreciendo evidencias de su existencia y amor supremo, demostrado al enviar a Jesucristo para redimirnos del pecado y de sus consecuencias eternas a precio de su vida en la cruz.
Dios te conoce a la perfección. Fuiste creado no solamente por Él, sino también para Él, a fin de darle a tu vida sentido, certeza y propósito. No es que Dios necesite algo de nosotros; es que nosotros necesitamos todo de Él.
Si analizas las evidencias llegarás a la conclusión de que Jesús vive; que es el salvador por el que tu alma clama. Él busca y rescata a quien se ha perdido. Él hace milagros al interior de quienes le entregan su vida. Él obra en lo profundo del corazón, y convierte lo necio en humilde. Él abre los ojos. Rescata al ateo. Libera al cautivo. Derrite corazones endurecidos.
Invoca a Jesús con tu mente; pídele que te perdone, salve y transforme. Permite que habite en tu corazón para experimentar su presencia y verás.
