En el metaverso llamado vida real, películas como Leave the World Behind se quedan atrás de los alcances de un apagón cibernético. Esto es fácilmente constatable con las protestas ocurridas en Nepal en días pasados.
La reciente prohibición de las redes sociales fue lo que llevó a jóvenes a manifestarse en las calles de Nepal, donde salieron a flote reclamos y enojo social contenido por años.
Todo inició cuando el gobierno nepalí quiso disfrazar la censura y control infomático tras supuestas fallas a regulaciones, pues las autoridades recientemente habían dado un plazo para registrarse ante el Ministerio de Comunicaciones y Tecnologías del país.
No obstante, alegando incumplimientos, el gobierno bloqueó el acceso a 26 platafomas sociales, entre ellas Whatsapp, Facebook, Tik Tok, Viber, Instagram y Youtube, por citar unas cuantas.
Para justificar, enunciaron que las redes sociales deben de regularse para combatir noticias falsas, discursos de odio y el fraude en línea. Para los críticos esto era el pretexto para bloquear contenido que le fuese incómodo al gobierno.
Y si bien, como en Occidente, se corre el riesgo de escupir al cielo –es el caso de Estados Unidos donde está pendiendo de un hilo el bloqueo a Tik Tok–, aquí lo realmente interesante es cómo esa prohibición logró lo que nunca se había dado: darle a una generación la determinación para protestar por los resentimientos sociales acumulados.
El poder de las redes sociales no es nuevo. Ya en 2011, en los considerados disturbios más violentos de las últimas décadas en Inglaterra, en la zona de Tottenham, donde hubo incendios y cientos de heridos y detenidos, la policía y políticos atribuyeron la revuelta a los mensajes de texto y las incipientes redes sociales, llegando incluso a solicitar la desactivación de los chats del entonces popular BlackBerry.
Al parecer los políticos en general, sin distinción de occidente a oriente, no han logrado entender que las redes sociales y los metaversos se han convertido en la realidad con la cual hay que coexistir. Los gobernantes suelen utilizarlas para promoverse cuando están en campaña, pero no les agradan cuando se convierten en instrumentos de empoderamiento para la gente.
Se debe entender que la hiperconectividad y la presencia de los ciudadanos en el mundo digital no irá en retroceso, sino que las posibilidades de conexiones en el metaverso irán en aumento y cada vez con mayor efecto. Que éstas no deberán de enfrentarse como un enemigo sino, por el contrario, deben ser conocidas a fondo para poder maximizar las ventajas en pro del desarrollo social de la población.
Toca que los políticos entiendan que no todo es hacer bailes virales en TikTok, sino resolver fallas estructurales, si no quieren las funas.
Posdata: si usted no sabe que es funa… toca actualizarse en 3, 2…