Política

Gerard Depardieu: no es seducción, es acoso

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El problema no es el abuso sexual sino que lo denuncien. Es lo que Gerard Depardieu implicó en sus declaraciones en medio del juicio en su contra por abuso sexual.

Depardieu, quien ha rodado más de 200 películas y series de televisión, es la figura de más alto perfil que se enfrenta a acusaciones de violencia sexual, en la respuesta del cine francés al #MeToo, un movimiento al cual el actor calificó de “terror”.

En una de las sesiones del juicio, el actor negó haber manoseado a las mujeres durante un rodaje en 2021: “No veo por qué perder el tiempo manoseando a una mujer su trasero o sus pechos”, dijo el acusado de 76 años, quien negó ser un acosador como los del Metro y aseguró “que hay vicios que no conoce.”

¿Qué no conoce o no reconoce? Pues los señalamientos han sido directos a comportamientos precisos, donde hace alusión al cuerpo de sus compañeras y hace comentarios sexualizados.

Pero al ser confrontado con estos señalamientos, él los demerita diciendo que son palabras o frases que simplemente le causan gracia.

Además del presente juicio, el actor tiene a más de 20 mujeres en total que lo acusan por comportamiento similares. La mayoría de ellas presentaron denuncia, pero se archivaron porque los hechos prescribieron.

No es terror lo que vive el actor veterano francés por ser señalado de presunto abuso sexual.

Terror es lo que vivieron las mujeres que sufrieron la violencia ejercida por él desde una situación de poder a lo largo del rodaje y de su diaria convivencia. Terror es pensar que si denuncias nadie te creerá, perderás tu trabajo, o serás cuestionada más duramente que el agresor, más si se trata de una celebridad.

A este terror presente, en la mayoría de las mujeres agredidas a nivel mundial se le suma la variable cultural en el caso de Francia. En el país galo, desde sus orígenes, el movimiento #MeToo ha sido desacreditado por el simple hecho de ser estadunidense considerándolo como una moda. Algunos llevan su resistencia a reconocer la violencia sexual aludiendo a que les preocupa el tema cultural, ya que los franceses consideran un elemento de su identidad cultural la seducción. Los franceses parecen más preocupados por una “libertad de expresión desmesurada” que por una violación.

Ante tal panorama, no es de extrañarse que casos como el de Gisel Pelicot pudiesen haber persistido a lo largo de una década con cientos de hombres que no sintieron remordimiento alguno por estar ultrajando a una mujer drogada en su propia cama. O que Roman Polanski–director de origan polaco nacido en París– siga viviendo una vida no solo de impunidad sino de glamour a pesar de ser un violador confeso y prófugo.

A la justicia francesa le haría bien olvidarse un poco de su llamado lenguaje del amor para empezar a hablar el lenguaje de la justicia. Es hora que los violentadores aprendan a enfrentar la justicia y no solo decir “pardonne moi… oh la lá”.


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Sarai Aguilar Arriozola
  • Sarai Aguilar Arriozola
  • Doctora en Educación, máster en artes, especialidad en difusión cultural
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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