El papa Francisco con sus pensamientos, palabras y obras tendientes a la renovación de la iglesia católica, generó grandes controversias; al extremo que muchos lo califican como comunista y enemigo de la religión.
Sin embargo, para quienes desconocemos la teología y sólo juzgamos por lo que vemos, resulta evidente que las ideas progresistas del Papa, tienen el fin último de cambiar la iglesia para mejorar su presencia e influencia en la vida actual.
Vimos al Papa comprometido con el cambio a través de la difusión y fomento de la caridad cristiana, esto es el amor a los demás sin distinciones por motivos de sexo, clase social, religión, nacionalidad o raza.
Entendida así, es la base de la fraternidad universal.
Es indudable, que además de la naturaleza humanista del Papa, sus ideas y acciones son frutos del Concilio Vaticano II, y del ejemplo de San Francisco.
Los propósitos de ese Concilio fueron: la renovación de la iglesia, la liturgia y la vida espiritual a través de la apertura al mundo; la promoción de la unidad entre cristianos y los creyentes de otras religiones; la defensa de la dignidad; la justicia social; la libertad religiosa; y la participación activa de laicos en la vida de la iglesia.
Francisco I en su encíclica Fratelli tutti, dice de San Francisco: Este santo del amor fraterno, de la sencillez y de la alegría, que me inspiró a escribir la encíclica Laudato si, vuelve a motivarme para dedicar esta nueva a la fraternidad y a la amistad social.
Hans Küng, que participó en el Concilio Vaticano II, como experto designado por Juan XXIII, se dice convencido que la iglesia católica tiene futuro en el tercer milenio, siempre y cuando se renueve a sí misma adecuándose al Evangelio y a la época.
