En México vivimos los últimos días del año en medio de la violencia y las convulsiones políticas que están trastornando la actual estructura constitucional y socioeconómica.
El mundo conmociona con cruentas guerras y revoluciones, migraciones masivas y enfrentamientos comerciales.
Para connotados historiadores y sociólogos, este estado de cosas es producto de las tensiones que ocurren en la transición de esta era que termina y el advenimiento de una nueva.
En términos generales, una era es un periodo específico de la historia que se distingue por las costumbres, formas culturales y eventos significativos que marcan una etapa que usualmente termina de manera violenta.
A grandes rasgos las eras son: la clásica representada por Grecia y Roma; la medieval, desde la caída de Roma hasta el Renacimiento; la moderna del renacimiento y el descubrimiento de América hasta la revolución francesa; y la contemporánea.
Los eventos significativos de la era actual son la revolución industrial, el marxismo, la revolución rusa, las dos guerras mundiales, el acelerado progreso científico y tecnológico, la crisis ecológica, y la unipolaridad de EUA que impuso el neoliberalismo y la globalización como sistema político, económico y social.
El conjunto de síntomas que caracteriza el síndrome del final de esta era, son la terminación del dominio unipolar de EUA, las nuevas alianzas de Europa, Asia, India, Latinoamérica y África; y sus enfrentamientos con EUA para acabar con la unipolaridad.
El inicio del final de la unipolaridad de EUA, ha traído consigo la decadencia del neoliberalismo y la globalización; esto significa el rechazo a las leyes del mercado y el fortalecimiento de los Estados como rectores de las relaciones socioeconómicas.
En este escenario la gran pregunta es: ¿Cuál es la actitud correcta que debería asumir nuestro gobierno y nosotros como individuos?