Para la iglesia hoy en día, un óvulo unido a un espermatozoide constituye un ser humano; y por tanto, toda manipulación o experimento desde esta etapa primaria está prohibida.
Las células madre, son células que tienen la capacidad de diferenciarse en cualquier tipo de tejido celular; por ejemplo, neuronas, músculo, hueso, cartílago, hígado, etc.
Existen dos grandes grupos de células madre: Uno es el de células madre mesenquimales que se obtienen de placenta o hueso; estas células por lo común se obtienen del mismo paciente o persona a tratar; son células que si bien se pueden diferenciar en otros tejidos o tipos celulares específicos como riñón, cerebro, piel, etcétera, su capacidad de hacerlo no es al cien por ciento.
El otro tipo de célula madre es el perteneciente a las células embrionarias; estas células tienen toda la capacidad de diferenciarse en cualquier tejido u órgano; principalmente en el periodo de formación embrionaria, anterior a las 12 semanas de vida.
Las células madre son muy atractivas para los investigadores, en el sentido que pudieran, por ejemplo, regenerar las células degeneradas en los cerebros de pacientes con enfermedad de Parkinson o Alzheimer o esclerosis múltiple; o dirigir esas células hacia el páncreas del paciente diabético, para que se regeneren en su capacidad de producir insulina.
Sin embargo, existen grupos y opiniones poderosos éticos, morales y religiosos que están en contra de la utilización y experimentación de células madre, ya que al obtener una célula madre embrionaria, el embrión, considerado como un ser humano, puede morir.
En contra parte existen otros grupos a favor del uso de células madre embrionarias con la promesa de curación a miles de pacientes con enfermedades crónico-degenerativas.
Por ahora han prevalecido las ideas y posturas religiosas; de tal manera que los estudios y experimentación con células embrionarias humanas están estrictamente limitados y vigilados.
Todo esto me hace recordar la controversia desatada hace unas décadas en un hospital privado que tenía un programa de Biología de la reproducción y tratamiento para la infertilidad; ese programa incluía la fertilización asistida in vitro, para posteriormente implantar el huevo fecundado a la paciente.
El programa terminó siendo suspendido; y los ginecólogos especialistas emigraron.
El punto es que durante este proceso algunos óvulos fecundados se pierden y el médico elige solo a los huevos con mayor calidad y capacidad de fertilización o implantación; el resto no se utilizan o se desechan.
En la actualidad, los programas de biología de la reproducción están trabajando, sin tanta polémica o controversia, porque las mujeres sin hijos proclaman su derecho a ser madres.
La controversia está sobre la mesa. ¿Ud. qué opina?