Política

Inyección letal

  • Vademecum
  • Inyección letal
  • Óscar Hernández G.

Para un médico como yo, de Terapia Intensiva, familiarizado con el uso frecuente de ciertos fármacos casi diariamente, con el objetivo de aliviar al enfermo, resulta confuso y contradictorio que esos mismos fármacos sean utilizados para provocar la muerte de manera legal.

La pena de muerte a los criminales más despiadados, es el castigo máximo que pueden otorgar los sistemas de justicia internacionales; se comenzó con la horca, pero como este método resultaba muy aparatoso para los espectadores de la plaza pública (que intentaba disuadir a los maleantes), se cambió por la famosa guillotina, que arrancaba rápidamente la cabeza a nivel del cuello de los condenados; esta placa metálica, con una capacidad de corte tipo bisturí, fue diseñada justamente por un médico que dio su nombre al aparato.

Hasta ahí parecía fácil llevar a cabo tales procedimientos por cualquier verdugo. No fue hasta el día en que se prohibieron estas prácticas por dolorosas e inhumanas, cuando entran en acción los médicos para “Evitar el sufrimiento” del prisionero. 

Sucedió en los años 70’s en Texas, Estados Unidos, donde un médico forense que seguramente no tenía absolutamente nada de práctica con pacientes vivos, “inventó” la Inyección Letal: 

que consiste en aplicar un sedante productor de coma, tipo el tipopental, un relajante muscular que paraliza los músculos respiratorios del tórax, y el potasio, que impide la contracción del corazón y lo lleva a paro cardiaco.

Quitando al potasio intravenoso, el tipopental y los bloqueadores neuromusculares como el vecuroniolos usamos regularmente en quirófano o en Terapia Intensiva; hoy usamos algunos de acción más rápida y corta duración como el flunitrazepam o midazolam. 

Los empleamos para intubar de manera rápida e indolora a un enfermo que requiere de un respirador artificial en un hospital.

El problema en esos pabellones de la muerte carcelarios, es que se han reportado casos en que la ejecución resultó un verdadero caos y espectáculo del sufrimiento. 

El reo en muchas ocasiones puede tener antecedentes de adicciones y ha usado todas sus venas para inyectarse drogas, además desarrollan tolerancia o resistencia al uso de fármacos; esto dificulta la administración adecuada de la Inyección Letal; la vuelve imprevisible y sin efecto en el condenado; de tal manera que el médico que inyectó la dosis letal se ve sorprendido en el acto, palidece y suda al ver que el prisionero se “resiste a morir” de manera tranquila, en paz y sin dolor.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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