Actualmente, en algunos círculos civiles, se habla de la reconciliación como actual tarea inevitable.
También, dentro de círculos cristianos, se habla de la reconciliación por estar en la quinta semana de Cuaresma.
Por los estudiosos de la Liturgia, se señala que, durante la Cuaresma, los dos primeros domingos, con sus semanas, son para meditar sobre el pecado que asedia al hombre; la tercer y cuarta semana es bueno emplearlas en reflexiones serias que lleven a la reflexión, para el cambio de la vida; la quinta sema para la reconciliación masiva, que nos prepara a la celebración central cristiana que es la Pascua
Hay que advertir que en algunos círculos cristianos se vive la llamada Semana Santa en forma superficial, haciendo de los actos religiosos, espectáculos muy sonados, semejantes al Vía Crucis de Iztapalapa, que se vive como contagio nacional.
Se participa en el evento y sin ningún compromiso comunitario de fe, se termina todo.
Los medios de comunicación social inventan significados ingeniosos, haciendo afirmaciones por demás superficiales.
Vivimos en un mundo confuso en el que muchas veces se confunde el bien con el mal, la tolerancia con la ausencia de normas morales, la libertad con la práctica sin ética, sin moral.
Todo esto puede llevar a una actitud de dominación sobre los más débiles.
El mal se organiza férreamente, como la corrupción o el narcotráfico, que son fenómenos notables de estos años y que nos traen fastidiada la vida y confundido el deber moral
Para que la sociedad cambie es necesario que cambien las personas, y, esto último está muy difícil. La Iglesia Católica habla del pecado social, que está arraigado en el pecado personal.
El mundo tiene organizaciones religiosas y civiles orientadas a practicar el mal.
Hay que ir a las raiceas que las producen, sabiendo que se trata de un asunto muy difícil de desterrar, pero que no hay que engañarse, pensando que, si cada quien es bueno, ya por eso el mundo cambia ya que no es un asunto personal con Dios.
Se trata de un deber comunitario, que viene su mandato desde el primer libro de la Biblia: el Génesis.
Al vivir en tiempos de agresividad, el más necesitado es el que paga los platos.
Los aprovechados velan por sus intereses costilla de los débiles y predican sus motivos como si fueran triunfos de batallas ganadas, a campo libre, con gran esfuerzo y con poca vergüenza.