Política

BRICS: ¿Nuevo orden o vieja pugna con nuevos protagonistas?

  • Ekos
  • BRICS: ¿Nuevo orden o vieja pugna con nuevos protagonistas?
  • Javier García Bejos

La reciente reunión de los BRICS —el bloque compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, al que se han sumado países como Egipto, Irán, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos— marca un punto de inflexión en el reequilibrio geopolítico y económico global. Más allá de la foto oficial y los discursos diplomáticos, lo que está en juego es la reconfiguración del poder mundial, especialmente en el ámbito del comercio, donde las voces del Sur Global buscan no solo mayor representación, sino también mayor autonomía.

Desde su origen, los BRICS han sido una respuesta a la hegemonía occidental en organismos como el FMI, el Banco Mundial y la OMC. Pero en esta última cumbre, lo que antes era una aspiración se ha convertido en un mensaje claro: el Sur Global ya no solo quiere un asiento en la mesa, quiere rediseñar la mesa entera. Propuestas como el fortalecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo, el impulso de monedas alternativas al dólar para el comercio bilateral y la creación de corredores económicos interregionales, son señales inequívocas de que el bloque busca una mayor soberanía económica y una reducción de la dependencia financiera del sistema dominado por Estados Unidos y sus aliados.

Este empuje no ocurre en el vacío. Coincide con un momento de fatiga en la globalización tal como la conocimos, atravesada por guerras comerciales, interrupciones en las cadenas de suministro y el resurgimiento del proteccionismo. En este contexto, el ascenso de los BRICS y su ampliación incomodan a Washington. No es casual que desde la Casa Blanca se haya respondido con discursos que, aunque suaves en forma, contienen advertencias sobre el "riesgo de dividir el sistema internacional".

La incomodidad estadounidense tiene razones de peso. La dolarización de la economía global le ha garantizado a Estados Unidos, un poder desproporcionado en el sistema financiero internacional. Cualquier intento serio de desdolarización, como el impulsado por China y respaldado por varios miembros del bloque, amenaza directamente esa ventaja. Además, países sancionados o con tensiones abiertas con Occidente —como Rusia e Irán— encuentran en los BRICS un espacio para oxigenar sus economías y reforzar alianzas estratégicas.

Sin embargo, no todo en el horizonte BRICS es claridad. Las tensiones internas del bloque —por ejemplo, entre India y China— y la heterogeneidad de sus miembros hacen que sea difícil prever una integración profunda o una acción coordinada sostenida. Además, muchos de estos países siguen teniendo fuertes vínculos económicos con Occidente, lo que limita su margen de maniobra. El bloque, al menos por ahora, opera más como una plataforma simbólica de resistencia que como un actor unificado con poder de transformación inmediata.

Aun así, el mensaje es potente: el Sur Global ya no quiere ser receptor pasivo de reglas hechas en otras latitudes. Quiere participar activamente en su formulación. Y aunque este proceso será largo y lleno de tensiones —especialmente con Estados Unidos—, ya no puede ser ignorado. El desafío para Occidente no es bloquear esta evolución, sino adaptarse a un mundo multipolar donde la cooperación tendrá que ir de la mano del reconocimiento de nuevas voces.

En síntesis, los BRICS no representan todavía un nuevo orden, pero sí el fin de la comodidad del viejo. Y eso, por sí solo, ya cambia las reglas del juego.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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