La cosecha de expresidentes nunca se acaba, y como no les funcionaron ni Fox, Calderón, Zedillo y el espíritu de Echeverría y Díaz Ordaz, al sector opositors sólo le quedó echar mano de Kike Peña Nieto. Él, desde la intimidad de su despacho, desde su leonera, en una entrevista que casi ni se veía a modo, recalcó lo que ya todos sabíamos que iba a decir: que él es bueno, santo y puro, víctima de una persecución política por parte de gente malvada que lo quiere desprestigiar.
Es que con sus antecedentes está difícil no ponerse sospechosista y darle cierta credibilidad al negocio israelí del software. Aunque, la verdad, tomando en cuenta la leyenda que lo precede, 25 millones de dólares me parece muy poco para alguien de su categoría moral. Dudo mucho que por esa irrisoria cantidad, don Kike se hubiera dejado de jugar al golf o de andar en lo que viene siendo la padroterapia intensiva.
Digo si deveras, pero deveras, se le hubiera querido desprestigiar a mi licenciado Peña, pues lo hubieran llevado a la marcha contra la Reforma al poder perjudicial, y sobre todo a unirse a la comentocracia ultraderechosa que defiende esa maravilla del humanismo capitalista salvaje: la gentrificación. Oiga usted, ahí tenemos a Leo Suckerman alegando, en nombre de la comunidad de los ultraconservas en almíbar, que los adictos a la gentrificación son gente comprometida con los temas sociales. Además, desde los criterios opositores, la gentri es chida porque defiende el derecho de los whitexicans personas a no tener que lidiar con negros, pobres ni zurdos de mierda.
Ya veo a mi licenciado Peña unido a esos sacrosantos vecinos de la colonia Condesa que se sienten hechos a mano, y que alegan que la gentri es buena porque regresa a gentuza a volver a sus lugares de origen como Iztapalapa o Coacalco.
Pero no, Peña Nieto se conformó con ciertos niveles del ridículo al defender al aeropuerto de Texcoco, ahora convertido en base secreta de los submarinos atómicos soviéticos, norcoreanos, e iraníes que esperan las órdenes desde Palenque para empezar el Apocalipshit.
Bueno hubiera sido más ridi que el expresichente mexicano hubiera salido a decir sin rubor y en la autoparodia -como varios intelectuales de Latinus- que a pesar de tener la posibilidad de decir y cuestionarlo todo, secretamente experimentan miedos por culpa de la maldita dictadura y de su capacidad represiva. No sé por qué, pero me recordaron al viejo meme del señor que decía, “¡Tengo miedo, tengo miedo!”.
