Es muy gratificante atestiguar que intelectuales, ideólogos y pasmosos representantes de los círculos más prianistas de la escena nacional se tomen la molestia de levantar la voz para defender su derecho a ejercer el anticomunismo más casposo y primitivo y pasar directamente a declarar que la gentrificación es una de las formas más sublimes del humanismo. Sobre todo cuando lo que se plantea es el apoyo a ultranza de los PRIvilegios no ganados sino heredados, y presumirlos en las redes sociales como el Mirrey de España que se tomaba fotos con los elefantes que cazaba en sus infinitos safaris con el mismo entusiasmo con el que emprendía saqueos y bisnes superchuecos.
Supongo que la fifisauriza se siente tan atrapada en esta dictadura comunista que tiene una urgente necesidad de fortalecer su conciencia de clase. Por eso podemos contemplar a esta zoología nada fantástica explicar que quienes fueron pasados por la escoba de la gentrificación y terminaron más allá de Indios Verdes se lo ganaron por no echarle ganitas, por solamente estirar la mano para que papá gobierno le resuelva todo, por no asimilar con tesón los libros de autoayuda ni entender las maravillas de la meritocracia sin atributos.
Decía mi Monsi querido nunca te podré olvidar, que barrio es destino. No es lo mismo nacer en el eje Polanco-polanquito-San Ángel-Las Lomas-El Pedregal-Santa Fake, que en la San Felipe, la Bondojo, Neza o Iztapalapa, papirrín.
Es increíblemente satisfactorio cómo estas tribus de influencers como Luisito Comunica se aferran a la gentrificación como a un clavo ardiente, sin pasar sus cámaras y micrófonos instalados en la banalización de los fenómenos sociales (cada vez que alguien dice que los fenómenos son de circo, Rivapayacho afirma que la verdad es irrelevante) por las maniobras del cártel inmobiliario del PAN. O en los intrincados vasos comunicantes que conectan a las inmobiliarias con los funcionarios y políticos transas, con su muy particular interpretación de las leyes. Digo, que estos tumeles chorres inspeccionen a las constructoras que en nombre de la gentrificación que adora Leo Suckerman, despojan familias como en la muy panista colonia Del Valle de Ciudad de México, donde construyen torres derechuecas que rebasan la norma y se apañan el agua que ya quieren privatizar.
Bueno, hay gente peor, la que respalda a machuchones misóginos que no pagan impuestos.
Camaradas reaccionarios, la meritocracia no existe, son los papás.