¡Que traigan las sales, el pepto, los antihistamínicos porque, una vez más, les volvió a agarrar chole de mano a la Opo cuando la OMS reclutó al doctor Hugo López-Gatell! No puede ser que el poder infinito del guante de Thanos de López Obrador le haya conseguido al galeno ese notable puesto a pesar de que, según la derechairiza en éxtasis, causó durante la pandemia más decesos que los bombazos de Netanyahu en Gaza, las incursiones yanquis en Vietnam, y Rambo, Mel Gibson (quién diría que Mad Max se convertiría en al #SacoDePus de Donald Trump) y Scharznegger en todas sus películas.
O sea, AMLO en todo su infinito poder controla a los ayatolás, a la OTAN, el FBI, la CIA, la KGB, el Mossad, al sionismo interplanetario, al Pacto de Varsovia y a la OLP. Y por eso puede darle ese cargo al doctor Gatell en vez de otorgárselo a gente con más estatura moral como Chertorinski Krispis (pobrecito, cuando se enteró se puso más loquillo que el tal Gibrán cuando lo humillaron en el Congreso) ese prometió que resolverían el problema del covid en 15 días y aquí seguimos esperando. Bueno, también le pudo conseguir esa preciada chamba a Kinky Téllez para que engalanara las sesiones de la Organización Mundial de la Salud con su megáfono invocando a la peste bubónica; o Ricky Anayita que, en su alucine narcisista y paranoico, cree que lo quieren censurar como si fuera relevante su opinión y dice que la presidenta Claudia lo quiere geolocalizar y no le quiere seguir la corriente, evocando los tiempos en que no estaba geolocalizable para la justicia; claro que no estaría mal que Krauze, en su papel de agorero del desastre (es tan loquillo que convirtió la portada de Letras Libres en una esquela por la muerte del Poder Judicial Independiente, no rían), se fuera a sembrar terrores anticomunistas a Ginebra.
Bueno, Sergio Aguayo hubiera sido útil mandarlo a Suiza al ritmo de “Yo nunca he recibido ningún pinche dinero de ningún gobierno, ni del PAN, ni del PRI ni del PRD”. Mala onda que gente perversa que le recordó que sus emolumentos del Colmex o del Canal Once venían hasta del gobierno de López. Un pecadillo casi a la altura de algún plutócrata que no quiere pagar impuestos y que ya va a tener que apoquinarle al SAT, aunque baile la danza del venao, el venao.
Ese AMLO es tremendo y todopoderoso para el prianismo que, secretamente, lo ve como un superstar. Al prianismo alarazkita solo le falta cantarle a Andrés Manuel el clásico de las Flans: “No controles”.