En un acto de humildad, comparándolo con la confesión silenciosa ante el ser supremo en el contexto religioso, me pregunto si es el momento adecuado de que nuestros alcaldes busquen una reconciliación con su pueblo, para primeramente reconocer los aciertos, pero también los errores que en su primer año de gobernanza han tenido en sus municipios.
Pueden con esto logar la reconciliación, el perdón de sus desaciertos, el fortalecimiento de su imagen, el crecimiento en lo personal y ante los ojos de quienes saben observar sus estrategias para administrar una ciudad, hablando de las grandotas.
En Tamaulipas, decía hace unos días el politólogo, Diputado Federal, Cesar “el Truko” Verastegui, solo se puede hacer obra verdadera con recursos propios en escasos municipios como Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Tampico, Madero, Altamira y Victoria, los demás, apuntaba, viven a expensas del estado y de la federación.
Los habitantes del resto del estado no se pueden dar el lujo de tener un crecimiento de sus comunidades, al contrario, la mayoría extienden sus manos para tratar de recibir apoyos gubernamentales que ya no existen o un trabajo remunerado que les alcance para medio mantenerse.
Ante ello, los habitantes de las ciudades aquí ejemplificadas muy pronto habrán de escuchar los informes de gobierno de los jefes de sus comunas, en los que solo se acostumbra a presumir lo bien hecho o, se exhibe lo malo del pasado, es por ello que la auto confesión es de suma importancia, para que ellos mismos alcancen la enmienda de sus actos y corrijan el rumbo, subsanando deficiencias o decisiones mal tomadas.
El año que transcurre también debe ser utilizado para que los ediles sepan a quienes impusieron como encargados de áreas trascendentales, y con frialdad, sin miramientos, saber decirles adiós y gracias por participar, ya que las ciudades no deben de depender de pelmazos que solo manchan el porvenir.
El como van, la historia los juzgará, habrá muchas comparaciones, algunos alcaldes ya repitieron y por algo lo lograron, aunque como en las películas es raro que la saga sea mejor que la primera, pero ello dependerá de la percepción ciudadana, de ahí la importancia del autoanálisis humilde.