“Algún día podría ser alcalde de Tampico y yo también”, le comenté hace alrededor de cuatro décadas al aquel entonces presidente de la Canacintra, Don Nicanor Fernández Cabrera, pero a él le llegó el cargo al fallecer Don Arturo Rodríguez Gutiérrez en 1988 y, desde entonces, cuando nos vemos esporádicamente Don Nicanor me dice colega, aunque yo no haya llegado al importante cargo.
Tras ese recuerdo me vienen a la mente los antiguos presidentes municipales que han pasado por el sur de Tamaulipas, unos con excelente desempeño y otros que han nadado de muertito y aprobado de panzazo, pero lo que mas me causa nostalgia es saber que algunos solo han sido ediles de relumbrón, de ego, cámara, luces, pero no de acción.
Un día, hace unos años, una de mis hijas volvió a su querida ciudad, tras un año escolar en el extranjero y se impresionó de volver a ver los mismos baches, aunque más creciditos y ya con descendencia, sin contar los socavones, hierba, basura acumulada y obras inconclusas en los lugares de costumbre, lo que conlleva a que once meses no bastaron para remediar los males y es a partir de ahí que me hago una pregunta: ¿Qué haría yo si fuera presidente?
Primeramente, no me pondría horario de trabajo, caería de sorpresa en el rastro, en servicios y obras públicas, pero no en las oficinas, sino en el taller, en el centro de trabajo donde se suda y se cansa, pero también recorrería calle por calle los lugares más recónditos del municipio, allá, donde huele a peligro, donde es muy escaso el pavimento, sin banquetas, con pésimo alumbrado, nula vigilancia y gente sin trabajo que le roza a la hambruna.
2 / 2
No me haría acompañar de un montón de aduladores, que hablan al oído puras cosas bonitas para seguir mamando de la teta que les brinda una seguridad de todas sus necesidades, para cubrirlas sin temor los tres años que duren en el puesto.
Evitaría el despilfarro, la opacidad, la corrupción en todas sus formas y mandaría a volar al flojo, al intrigoso, al oportunista y a los lambiscones, tratando de bajarle a ser pura socialité que a diario acude a festivalitos, desde rondas infantiles o clubes de jardinera, comilonas e inauguraciones superfluas.
¡Claro! Solo si yo fuera presidente.