La determinación y voluntad política del gobierno por fortalecer a Petróleos Mexicanos constituye una gran oportunidad histórica que debemos aprovechar. El Plan de Negocios de Pemex delinea las acciones para incrementar la producción, enfocándose en el desarrollo de aguas someras y campos terrestres. Se excluyen los farmouts así como las actividades tanto en recursos no convencionales como en aguas profundas.
La meta planteada de producción es extremadamente ambiciosa: iniciar la recuperación el próximo año con un millón 866 mil barriles diarios de crudo (mbpd), lo que implicaría el primer incremento anual después de 15 años consecutivos a la baja.
En el primer semestre de este año el promedio fue de un millón 670 mbpd, 10 por ciento menos que en el mismo periodo de 2018. Para 2024, el objetivo es llegar a 2 millones 697 mil barriles, un aumento de casi un millón de barriles diarios, 58 por ciento más de lo que se prevé producir el próximo año (un millón 707 mbpd).
El reto es enorme, pero poco probable de lograrlo a partir de los proyectos anunciados. Las cuencas del sureste, en su porción marina y terrestre, llevan medio siglo explotándose, los yacimientos están vaciados y los procesos de recuperación mejorada resultan muy costosos.
Además, se requieren proyectos pilotos, que al menos tardan un año en desarrollarse, así como perforar más de 120 pozos exploratorios anuales, considerando que 30 por ciento puede resultar exitoso comercialmente, según la tendencia histórica. Aun así, la producción tendría un incremento marginal.
La inversión anunciada en exploración, aunque cuantiosa (48 mil millones de pesos, a partir de 2020, ligeramente superior a lo que Pemex destinó en años anteriores), sigue siendo insuficiente. Una regla en la industria es que por cada barril extraído se requiere invertir entre 3 y 4 dólares en exploración. Considerando que Pemex extrae anualmente mil millones de barriles de petróleo crudo equivalente, lo ideal sería destinar a esta tarea 3 mil 500 millones de dólares, alrededor de 66 mil millones de pesos.
Sin explotar aguas profundas ni yacimientos no convencionales de aceite y gas de lutitas, el perfil de producción alcanzaría para 2 millones de barriles, siempre y cuando no se “abran las válvulas” en el yacimiento de Ku Maloob Zaap en la Sonda de Campeche, que en el primer semestre produjo 843 mil barriles, 49 por ciento del total de la producción de Pemex.
Pero la evidencia muestra que se está rebasando su óptima explotación técnica y económica para cumplir con una meta cortoplacista de producción. Es decir, se está sobreexplotando. La meta es que aumente 26 mil barriles para septiembre, 3 por ciento más en solo tres meses.
Es alto el riesgo que el yacimiento, al vaciarse más rápido, entre en rápida declinación. Ya tenemos la experiencia del supergigante Cantarell, el mayor campo marino del mundo, exprimido en la administración de Vicente Fox, que de producir 2 millones 25 mbpd en 2003 actualmente se encuentra en niveles menores a 160 mil.
Pemex debe impulsar el farmout pendiente del campo de aguas profundas Nobilis del proyecto del área Perdido, cuya reserva está plenamente confirmada, a fin que haga sinergia con el desarrollo del campo Trion, que Pemex mantiene con la australiana BHP, que es el socio operador, y que se estima inicie su producción en cuatro años.
Como sucedió con Trion, Pemex no tendría que aportar recursos en los primeros años, ya que capitalizaría sus trabajos previos de exploración. Entre ambos campos podrían aportar, para fin de la administración, 200 mil barriles diarios, que implicarían importantes recursos fiscales adicionales. Estamos a tiempo de rectificar el rumbo. La apuesta es en favor de Petróleos Mexicanos y del país.
*Consultor en Estrategias Públicas Locales en temas de petróleo, con 14 años de experiencia en el sector energía