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Reflexiones sobre el enigma de la felicidad

En el vasto océano de la reflexión humana, donde los pensadores han zarpado hacia horizontes siempre cambiantes en busca de respuestas, emerge una isla que todos anhelan alcanzar pero pocos verdaderamente exploran: la felicidad. A lo largo de las edades, la filosofía ha danzado con esta escurridiza compañera, buscando desentrañar su esencia y entender cómo uno puede aprehenderla. Desde los ecos de la Antigua Grecia, Aristóteles nos enseñaba que la felicidad, o "eudaimonia", no era simplemente un estado de placer momentáneo o gratificación instantánea. No, para este titán del pensamiento, la felicidad era el fin último de la existencia humana, una actividad del alma conforme a la virtud. Pero, ¿qué significa, en términos prácticos, vivir virtuosamente?

Los estoicos, con su mirada imperturbable hacia el caos del cosmos, creían que la verdadera felicidad radica en la aceptación, en la comprensión de que hay cosas fuera de nuestro control y que sólo podemos gobernar nuestras propias respuestas y emociones ante los vaivenes de la fortuna.Por otro lado, el hedonismo, defendido por Epicuro y sus seguidores, promulgaba que la felicidad radica en el placer. Pero, al contrario de lo que muchos podrían pensar, este placer no es la búsqueda frenética del gozo sensorial, sino más bien la ausencia de dolor y sufrimiento, la ataraxia, un estado de serenidad y paz interior.En tiempos más recientes, existencialistas como Sartre y Camus argumentaron que la felicidad es una elección, una construcción consciente en un universo indiferente. Para ellos, encontrar sentido y propósito, incluso en la absurda trama de la existencia, es lo que nos permite acercarnos a ese estado elusivo de alegría.

Entonces, ¿dónde nos deja esta variada tapestry de pensamientos? Nos recuerda que la felicidad, esa que tanto buscamos, no es una meta fija, un punto en el horizonte al que simplemente llegamos. Es un viaje, una constante reinvención y un ejercicio de introspección. La filosofía, con su rica herencia de ideas y debates, nos brinda las herramientas para navegar este viaje, para cuestionarnos y, quizás, para acercarnos un paso más a entender qué significa realmente ser feliz.Así, mientras el mundo cambia y evoluciona, la cuestión de la felicidad permanece, un faro en la tormenta de la existencia humana, guiándonos, retándonos y recordándonos que, en última instancia, es el viaje y no el destino lo que realmente importa.


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Eduardo Emmanuel Ramosclamont Cázares
  • Eduardo Emmanuel Ramosclamont Cázares
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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