La esperada disculpa no llegó. Quince años han pasado desde la desaparición de Dalia y su esposo Luis Ramón. Años de omisiones, revictimización e indolencia… y contando.
El Patio de los Naranjos ayer se quedó esperando a María Natividad, pero sobre todo a las autoridades de la Fiscalía del Estado de Jalisco, que ofrecerían una disculpa pública a la madre de la desaparecida en septiembre de 2010. Desde entonces ha enfrentado un largo camino burocrático, cargando con el duelo y la incertidumbre de no saber nada más de su hija y yerno, luego de que partieron de Ahualulco de Mercado hacia Guadalajara junto a dos personas más, con destino final en Estados Unidos.
Con funcionarios insensibles, opacidad e incompetencia se ha topado María Natividad, que desde entonces se encarga de su nieto, hoy casi mayor de edad. Y este jueves se vería materializado lo más mínimo que, a tantos años, le pueden dar: una disculpa. Pero ni eso pudo recibir a tiempo.
No hubo ninguna explicación. Ni tampoco una fecha confirmada para que finalmente se diera. El Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo informó a la periodista de MILENIO, Dalia Rojas, que sería el 14 de agosto, pero en la Fiscalía se lo negaron. Tampoco reconocieron que tuvieran un día definido para este pequeño acto de redención, pero que representaría un enorme paso para el reconocimiento al sufrimiento por el que María Natividad ha tenido que atravesar tras más de una década de irregularidades e invisibilización.
Esa disculpa no solamente debe ser para ella, sino a las miles de familias que pueden reconocerse en la historia de María Natividad, pero que, quizá, también se quedarán esperando. Unas palabras que, si bien no reparan el daño, regresan un poco de la dignidad arrebatada en cada “no” en los escritorios, en la tramitología inservible e interminable, en las llamadas sin responder y en las investigaciones deficientes.
Pero ayer, otra vez, se quedaron las puertas cerradas. Y afuera siguen tocando las víctimas… esperando que alguien responda, o al menos, se disculpe.
