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Vender helados en el Polo Norte

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Allende, Coahuila.- Humberto Moreira Valdez fue el segundo de los siete hijos que tuvieron Rubén Moreira Flores y Evangelina Valdez. Al primogénito le pusieron Rubén, y a los demás Carlos, Álvaro, Iván, Elisa y Montserrat. Todos se vincularon a la actividad magisterial y a la función pública. Moreira Flores era un maestro normalista que admiraba fervientemente a Benito Juárez, nuestro presidente reformista que separó en México a la Iglesia del Estado. Era también un activo participante del sindicato de maestros y de la logia masónica. El 10 de febrero de 1940 recibió en el Supremo Consejo de los masones el grado 33, la mayor distinción que se otorga en esta organización cuasisecreta que en aquellos años se definía en esencia como anticatólica.

El patriarca de la familia Moreira era tan nacionalista que como primer obsequio de novios le dio un libro de historia mexicana a la que se convertiría luego en su esposa, Evangelina Valdez, profesora igual que él, nacida en Nuevo León. Con ese fervor patrio, viajó con su hijo Humberto en un tren ya desaparecido llamado El Regiomontano, rumbo a Ciudad de México, para mostrarle y explicarle la importancia del Palacio Nacional, el Museo de la Revolución y el Castillo de Chapultepec. Ese viaje marcaría el fervor patriótico de quien muchos años después, siendo gobernador, declararía públicamente su admiración a los hermanos Fidel y Raúl Castro. Y cuando el sandinista Daniel Ortega asumió la presidencia en 2006, mandó publicar desplegados de felicitación en los principales periódicos de Nicaragua. 

La dinastía Moreira proviene de Zacatecas. Jesús Quintanar
La dinastía Moreira proviene de Zacatecas. Jesús Quintanar

La dinastía Moreira comenzó a finales del siglo XIX en Zacatecas. En 1875 nació ahí Rubén Moreira Cobos, quien en su juventud recibió una beca oficial para viajar a Saltillo y estudiar el bachillerato en el Ateneo Fuente y luego la carrera de maestro en la Escuela Normal Superior de Coahuila. Al terminar, en 1896, fue seleccionado para estudiar dos años a Bridgewater, un pequeño pueblo de Massachussets, en Estados Unidos. Cuando regresó, el abuelo de los Moreira dedicó la mayor parte de su vida a dar clases en las mismas escuelas en las que había estudiado y ocupó algunos cargos en el gobierno estatal, el más importante la Dirección de Educación Pública. Como profesor impartía las materias de Lógica y Lengua Española, aunque en ocasiones daba Matemáticas y Química. Fue un maestro destacado que siempre vestía impecable y usaba sombreros elegantes. Según el historiador Armando Fuentes Aguirre, “era irónico sin ser mordaz; su palabra, libérrima palabra, ponía a veces rubor en las mejillas de sus jóvenes alumnas”. El abuelo de los gobernadores Moreira falleció el 2 de noviembre de 1954 y sus restos fueron dejados en la Rotonda de los Coahuilenses Distinguidos del Panteón de Santiago.

Al igual que su padre y su abuelo, Humberto estudió en la Escuela Normal Superior. Su primer trabajo como profesor fue en la Escuela Secundaria Técnica Abel Suárez de León, de la capital de Coahuila. A la par se metió de lleno a la vida política dentro de la sección local del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, del cual estuvo a punto de ser expulsado en 1988 al formar parte de un movimiento disidente agrupado en torno a la figura de Antonio Chaires, líder de izquierda a quien Moreira seguía antes de que éste falleciera en un sospechoso accidente. Tras la muerte de Chaires, el joven profesor Moreira sería rescatado por Gilberto Guevara Niebla, intelectual de izquierda radicado en ciudad de México y cercano al gobierno de Carlos Salinas de Gortari.

Humberto dejó Saltillo para irse en 1988 a vivir a la capital del país, donde trabajó en diversos cargos menores en las oficinas de la Secretaría de Educación Pública; sin embargo, acumuló buenas relaciones políticas con la misma Elba Esther Gordillo y regresó en 1994 a Saltillo como delegado del Consejo Nacional de Fomento a la Lectura y luego del Instituto Nacional de Educación para Adultos, entes que le permitían interactuar con la gente y recorrer el estado, aprovechando ambas situaciones para operar electoralmente a favor del PRI.

En 2000 fue nombrado secretario de Educación Pública del gobierno estatal. “En México, para hacer política no hay mejor puesto que la Secretaría de Educación, sobre todo cuando eres profesor. Humberto, como profesor y como secretario de Educación, hace un tejido político importante”, considera el analista Federico Berrueto. Ese mismo año se celebraron las elecciones en las que el PRI perdió por primera vez la Presidencia de la República. Moreira, como otros priistas, no estaba de acuerdo con la decisión del entonces presidente Ernesto Zedillo de postular a Francisco Labastida Ochoa en lugar de Roberto Madrazo Pintado. “Conseguir el voto por Labastida era como vender helados en el polo norte”, suele decir Moreira cuando rememora ese periodo en el que a pesar de todo ganó la diputación federal el candidato de su distrito. Dicha victoria le dio prestigio dentro de la estructura priista, aunque también su primer escándalo, al ser denunciado en la Fiscalía de Delitos Electorales por hacer trabajo político a favor del PRI en su horario de trabajo como secretario de Educación.

De acuerdo con lo que Moreira ha contado a sus más cercanos, fue en esa noche del 2 de julio de 2000 en la que se animó a buscar la gubernatura de su estado. “Ese día se acabaron –dijo– las carnes asadas en Los Pinos para poder llegar a la meta”, en referencia al régimen presidencialista que había prevalecido en México, bajo el cual el mandatario en turno decidía de manera personal los puestos más importantes de elección popular. “Vamos a entrarle con todo”, prometía. 


Tercera parte de la serie: Lugar donde se arrastran las serpientes.

CONTINUARÁ




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Diego Enrique Osorno
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