Analizo los informes de resultados de cuentas públicas desde el sexenio de Tomás Yarrington, pero fue con Eugenio Hernández cuando fue posible conocer más a fondo los manejos de recursos porque su presentación por parte de la Auditoría Superior de la Federación fue mejorando y simplificándose.
En la página web del órgano fiscalizador, hay informes desde el año 2000 y nadie había salido limpio en estas revisiones, incluso el Congreso de Tamaulipas y el Poder Judicial del Estado fueron señalados en su momento por diversas observaciones.
En el sexenio anterior, en 2020 y 2021 hubo observaciones de la ASF para el Congreso Local y para el Supremo Tribunal de Justicia del Estado, siendo el colmo que las instituciones que tienen la responsabilidad de construir leyes e impartir justicia, fueran señaladas por no respetar normas legales.
En su sexenio, los priistas Tomás Yarrington, Eugenio Hernández, Egidio Torre Cantú y el panista Francisco García Cabeza de Vaca tuvieron infinidad de observaciones en sus cuentas públicas, recursos qué devolver por irregularidades e inconsistencias, y procedimientos de responsabilidades administrativas.
Por ello es de notarse que ahora ya no haya cuentas que no cuadren en la administración de Tamaulipas, lo que desde mi perspectiva, es el principal logro del gobierno de Américo Villarreal Anaya en su tercer informe, porque era impensable que un ente público no tuviera desvíos ni omisiones y salieran limpios los informes de resultados.
Tuvieron que transcurrir 25 años después de empezar a seguir los informes de cuentas públicas, para poder ver este distinto panorama; un avance que no debe dejar de reconocerse porque los fríos números son la mejor manera de leer realidades.
Desde luego, hay áreas de oportunidad en la administración pública, pero ese tema, y que todos los secretarios del gabinete estatal comparezcan en la glosa del informe, es algo que deja buen sabor de boca en términos de transparencia y rendición de cuentas.
Estábamos tan acostumbrados a que las cosas se hicieran mal, que prácticamente “normalizamos” la corrupción y la opacidad de los anteriores gobiernos tamaulipecos.