La frase se atribuye a Henry Ford, y me la topé en unos documentos que estoy revisando para el contenido de un curso que daré sobre Liderazgo con enfoque en resultados dirigido a personal directivo de una empresa.
Honestamente, no me parece casual que las organizaciones estén reforzando el tema, porque, así como siguen pintando las cosas, cada vez es más necesario encontrar estilos de gestión más convenientes, según las circunstancias de la organización, pero, sobre todo, la madurez de los equipos de trabajo.
Ahí es donde el liderazgo situacional entra en juego. Desarrollada por Hersey y Blanchard en 1969, esta teoría parte de la idea de que el estilo de liderazgo debe cambiar en función de la madurez de los subordinados, entiendo por madurez el grado en que el personal es capaz de establecer por sí solo metas altas (pero alcanzables), la disposición y habilidad para asumir responsabilidades (madurez psicológica y madurez hacia el trabajo) y la experiencia y/o conocimientos de un individuo o de un grupo.
Es decir que, dependiendo de los factores mencionados, tus directores debieran variar su forma de gestión para ajustar la ejecución y que los objetivos puedan alcanzarse. Dicho de otra manera, una rigidez (o inercia) en el liderazgo puede complicar la obtención de resultados.
En ese sentido, te invito a repensar la forma en que tus directivos y/o personal clave son capaces de adaptarse, y potenciar sus conocimientos y habilidades para ampliar su visión y gerenciar en congruencia con las necesidades del personal y de la empresa.
La adaptabilidad es hoy una ventaja competitiva. Si identificas una oportunidad de mejora, elimina visiones erróneas, plantea un reforzamiento (actualización) en estilos de gestión, y permite a tu empresa ser una más dinámica y adaptable. ¿Platicamos?
Jesús Meza