Seguramente te ha llegado o has visto el video del perro llamado King Charles, ese que vive en un refugio y que calma a otros perros con su presencia. Entre que se dice que tiene un aura y personalidad impactante, o que la manada está condicionada a respetarle, lo que se aprecia es el consecuencia de una aceptación común: a King Charles se le respeta.
Recién tuve una “discusión amable” con un conocido. Yo le compartí mi opinión sobre el enfoque equivocado (yo digo) de las áreas de dirección de una organización, que al querer “arreglar” con un curso (y no con una mentoría o coaching) una condición que tiene más que ver con el sistema de creencias organizacional, en ocasiones se genera inquietud o desinterés.
Gerald Zaltman, investigador, académico y autor dentro del campo neurocientífico y social dice que “No importa cuán radical sea un nuevo producto, siempre será percibido inicialmente en términos de algún marco de referencia.” Sustento mi opinión, parafraseando su frase: “No importa cuán radicales o propositivos sean los temas de un curso o taller, siempre serán percibido inicialmente en términos de algún marco de referencia... y habrá desconfianza o rechazo.”
En el libro El Código de la Cultura, Daniel Coyle plantea más técnicamente este punto. Él afirma que, para que las personas se sientan seguras, la empresa debe proporcionar elementos en el entorno que generen esa sensación. El argumento es: nuestro cerebro percibe señales a nuestro alrededor y se mantendrá relajado cuando todo sea conocido y forme parte de un marco de referencia identificado como seguro. Cuando un elemento se modifica, o se incorpora uno nuevo, el cerebro dispara una señal que afecta la amígdala, la que emite una alerta, y activa la acción de huida o combate.
Pongamos lo anterior en el contexto de la capacitación: una persona, con ya buen tiempo en la empresa, es enviada a un curso, y no hay una comunicación eficiente de razones, llegará a la sesión con la amígdala inquieta. Si avanza la sesión y no se clarifican los motivos de su asistencia, su mente mandará señales de advertencia y su cuerpo se pondrá en alerta. Se cerrará a recibir información, y probablemente cuestionará todo. Adiós esfuerzo de formación.
Por ello, la comunicación formal y eficiente es clave para evitar exabruptos, y garantizar los planes de actualización. Eso, o tener un King Charles en la empresa. ¿Platicamos?