Al momento de escribir esto, estoy en un break de uno de los módulos de un diplomado para mandos medios sobre el enfoque en resultados. Los asistentes trabajan en diferentes áreas de la ingeniería, y eso me hizo replantear el enfoque de trabajo.
La obviedad es el cáncer de cualquier proyecto, así que, al inicio de la sesión, pregunté sobre las expectativas de su participación en este workshop y resolver mi inquietud.
¡Y sorpresa! El asunto es la brecha generacional y los estilos de liderazgo y gestión que cada uno ejerce. Te explico: debido a la antigüedad laboral, algunos están más (o menos) acoplados al ambiente gerencial de la empresa, y al momento de interactuar, se pierde tiempo en definir los “cómo sí” trabajar juntos, pues unos traen ideas nuevas, y otros ya saben cómo está el rollo.
En cursos o talleres como este, es importante provocar escenarios de sinergia, dar herramientas para romper la inercia, y plantear argumentos para quebrar el ego. En lo personal, yo empiezo por este último punto, pues es importante cambiar los patrones de pensamiento para que haya disposición de aceptar los cambios. Si eso sucede, hay más oportunidades de que el participante reconozca su potencial, y eso le lleve a un ejercicio de gestión efectiva. El liderazgo surge de adentro.
Ahora viene la gestión, que es la ejecución de las habilidades y competencias profesionales (afuera). Esto implica saber administrar los recursos para que se consigan los resultados deseados, independientemente de las personalidades de los involucrados. Al reconocer el contexto, cada gerente podrá establecer su ruta crítica operativa y promover la sinergia más conveniente.
Mentalidad adecuada y gestión efectiva, aspectos estratégicos del capital humano de una organización. ¿Cómo está tu gente? ¡Chécalo ya! Éxito.
Jesús Meza
