Pregunta: Si tú tuvieras que ausentarte por dos semanas, ¿tienes claro a qué persona(s) le(s) confiarías la toma de decisiones de tu empresa, y que no te anden buscando para confirmar si estás de acuerdo?
Acabo de participar en un evento de networking, al que acudieron emprendedores y microempresarios, para compartir sobre el tema de gestión efectiva de sus colaboradores.
Una de las premisas, fue ayudarles a comprender el grado de responsabilidad que tienen, como líderes, de incorporar a personas correctas para realizar las actividades de los procesos de su modelo de negocio.
Cuando una persona decide iniciar algo nuevo, muchas veces hay más ganas que conocimiento; es lo normal, y aun así, se han creado grandes organizaciones.
Sin embargo, en algún punto del camino, se debe tomar consciencia de la importancia de incorporar a gente con más y mejores competencias, para agilizar los procesos que dan sentido al core business de su organización.
En un punto del evento, planteé a los asistentes la pregunta que expuse al inicio; ninguno de ellos confirmó tener a alguien. Aquí, viene bien la frase que se adjudica a Steve Jobs: “No tiene sentido contratar a personas inteligentes y después decirles lo que tiene que hacer. Contratamos a personas inteligentes para que nos digan qué hacer”.
Pasé entonces a proponer un perfil de liderazgo que les permitiera, a su nivel y recursos disponibles, consolidar un equipo en el que pudieran confiar la gestión de los procesos clave, basado en tres condiciones: aptitud, actitud y disponibilidad o compromiso.
Para llegar ahí, se debe establecer una metodología para clasificar a los colaboradores, e identificar a aquellos con el potencial para asumir más responsabilidades, y actuar sin requerir la supervisión y/o aprobación constante de sus decisiones.
Esta propuesta, es una invitación para que el líder adquiera el hábito de identificar, clasificar y formar, de manera frecuente, el talento de su organización, y pueda construir, sobre certezas, un catálogo de perfiles para, posteriormente, implementar un programa de desarrollo de competencias específicas, que ayuden a mejorar los desempeños de las
personas a cargo de los procesos clave, y que asegure la operación normal de la empresa aún sin su presencia, creando garantías de permanencia.
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