Conceptos ‘machín’ para empezar: Las empresas suelen ser rehenes de los usos, costumbres y creencias de sus integrantes. La cultura organizacional es consecuencia del sano equilibrio entre lo real, lo funcional y lo pertinente, de esas tres predisposiciones humanas. La gestión organizacional fluye (o debería fluir) con respeto entre estos seis conceptos. Bienvenid@ al multiverso de la gestión.
Estos días estoy trabajando en un programa de mentoría para personal clave de una empresa que, una vez concluido el confinamiento, ha vivido un crecimiento comercial interesante. Para aclarar el concepto, la mentoría es una relación de desarrollo en la cual una persona más experimentada (o con mayor conocimiento) ayuda a otra menos experimentada (o con menor conocimiento). En este caso, el proyecto consiste en ‘tunear’ la predisposición socioemocional de los elementos elegidos para el programa, porque (oh sorpresa) se percibe cierto rechazo al asunto. Es decir, es un tema de actitud.
En la consultoría, cuando identificamos condicionamientos personales, trabajamos con tareas rompe hábitos. Todo hábito tiene tres aspectos estructurales: una señal, una rutina y una recompensa. Sí, casi como Pavlov. El proceso implica identificar el disparador de la actitud que se quiere modificar, reconocer el comportamiento consecuente y la manifestación de triunfo, para diseñar e implementar una intervención física, emocional o intelectual. Esto es como un programa de CSI.
Con esto bien mapeado, se construye un programa detallado de etapas y actividades que ayudarán a la empresa a acercarse a un nuevo estatus organizacional. Así, podrá fijar sus objetivos en un horizonte más real y conscientemente, y prepararse para actuar ante las reacciones por venir. ¿Y en tu empresa, cómo se gestionan los hábitos?