¿Tienes perfectamente claro lo que implican los valores del lugar en el que trabajas? Recién me acaban de solicitar que imparta un curso para mejorar la actitud, el ánimo y las interacciones del personal de una empresa.
De entrada, para construir el temario, siempre pido información sobre expectativas, el por qué, para qué y, sobre todo, las definiciones formales de visión, misión y valores organizacionales.
¿Por qué? Porque sobre ellas se construye la cultura organizacional, y de ella, las directrices de desempeño, relaciones e interacciones humanas.
Algunas veces se pierde de vista que toda la empresa se hace vida por las personas que trabajan en ella, y que constantemente se les debe dar mantenimiento anímico, así como se hace desde el aspecto mecánico o tecnológico a los equipos y maquinaria de producción.
Por la inercia operativa suele descuidarse el trato empático y asertivo a la gente, y ello puede generar inconvenientes en las relaciones interpersonales como los que mencioné al inicio.
Es fundamental entender que, cuando nos incorporamos a una organización, tendremos que hacer renuncias personales para pertenecer y relacionarnos adecuadamente.
Algunas de mis creencias, valores y actitudes quizá no congenien con lo que la empresa tenga establecido como pilares de su razón de ser, y debo ser suficientemente capaz de ajustarme a ello; si algo no me queda claro, debo pedir orientación de “cómo se vive” y trabajar en mis diferencias. Si no puedo, mejor ni entrarle.
La fuerza del capital humano está en las coincidencias. El trabajo consiste en construir el entorno adecuado y empoderar al personal en el marco cultural correcto para evitar supuestos, porque, como sabes, la obviedad es el “fatality” de la gestión y echa a perder todo. Hay que erradicarla de tajo. ¡Éxito!