Luego de andar ya por tantos años en esto del ámbito empresarial y organizacional, uno se vuelve más ágil al detectar el nivel de las necesidades de asesorías, mentorías y coaching que requiere un negocio; los primeros minutos de la entrevista inicial ya marcan la tendencia de lo que hay que hacer.
En mi caso, la mayoría de los requerimientos caen en los temas de liderazgo, comunicación y planeación, que, a final de cuentas, están bajo el concepto máster de gestión.
Haces la propuesta, te la aceptan, desarrollas materiales y se comienza a dar el curso; todo parece ir genial, hasta que te encuentras joyitas como ésta: “Profe,” - dice un asistente al curso de Liderazgo y Comunicación, - “¿por qué a estos temas se les llama habilidades blandas?
Por lo que voy entendiendo, esto me ayuda a hacer mejor mi trabajo, pero mi trabajo no es sencillo… O sea, mi pregunta es, ¿por qué son blandas?”. Y, como el meme, “me quedé así ira”.
Luego de explicar la clasificación de las habilidades (soft, hard y power skills), recordar que éste es el tercero de los módulos de un programa de formación, y de poner a los asistentes en el contexto personal y profesional, la dinámica del curso corrió mejor.
Repensando lo sucedido, hoy comprendo que hay un área ciega en los programas de formación: enviar personas sin información previa sobre los qués y por qués del curso al que irán.
Ciertamente, Liderazgo y Comunicación son considerados aspectos fundamentales para (idealmente) mejorar el desempeño; sin embargo, si no se ha trabajado previamente en el enfoque con el asistente, no se aprovechará el tiempo ni el temario; esto, debe hacerlo el área de RRHH. Con la pena.
Y es que, en mi opinión, la capacitación se sigue viendo como un medio para “remendar” el perfil de un trabajador, cuando debiera considerarse (porque lo es) un recurso estratégico para desarrollar el potencial, humano y profesional, de los participantes.
Es decir, si se quieren corregir áreas de oportunidad, o desarrollar fortalezas, los enfoques y estructura de los cursos son muy diferentes. Entonces, ¿qué te parece si, para la próxima, “amachinamos” bien las necesidades y perfiles de los participantes, dejamos de mezclarlos, y construimos una mejor dinámica de formación?
Porfa.