Política

Gian Franco Brignone

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En septiembre de 2006, Gian Franco Brignone recibió la condecoración del Águila Azteca, la más alta que otorga México, por su contribución al desarrollo del turismo en la costa de Jalisco. Quince años más tarde, hace ahora pocos días, falleció.

Brignone tenía 42 años cuando, en el verano de 1968, vio por primera vez la costa de Careyes. “Fue un amor a primera vista”, dijo. “Un amor incondicional. Que sigue. Ninguna mujer, ningún hijo me inspiró nunca tanto amor”. Estaba a punto de iniciar algo totalmente distinto a todo lo que conocía —solo, frente al mar, sin hablar español, abrazado por el calor y la humedad de la selva. Había nacido en Turín el 15 de abril de 1926 en el seno de una familia conocida en el Piemonte, donde su bisabuelo el general Filippo Brignone —cuya estatua adorna aún la plaza de Pinerolo— había luchado junto a Vittorio Emanuele di Savoia por la independencia de Italia. Pasó en Turín los años de la guerra, demasiado joven para combatir, pero adulto ya para vivir esa tragedia: “En una plaza de Pinerolo, llena de gente, metí la cabeza y me di cuenta que había muchachos italianos de 17 años fusilando a otros muchachos italianos, también de 17 años”. En 1948 hizo un viaje en auto por Europa, que siguió hasta Marruecos, donde leyó en francés una inscripción en una piedra que decía algo que jamás olvidaría: No hay pena en el corazón de un hombre que mira al mar.

A fines de los 40 dejó Turín para vivir en Francia, donde compró un banco en París. Entre sus clientes había varios hombres que participarían en el desarrollo de Careyes: el conde Gregorio Rossi di Montelera, quien sería socio de Rincón, y el barón Marcel Bich, inventor de los bolígrafos que llevan su nombre, propietario de una casa, pero sobre todo dos hombres que habrían de ser cruciales en la historia de la costa: Gianni Pirri, quien apostó su fortuna (y la perdió) en la tentativa de construir una marina en la Laguna, y James Goldsmith, quien sería uno de los hombres más ricos del mundo, fundador del paraíso de Cuixmala, al lado de Careyes. En 1968, impelido por los disturbios en París, según él, o por los problemas de su banco, según otros, viajó hacia su destino: México. Era un país que apenas lograba identificar en un mapa, pero en el que podía contar con un aliado de altura, Antenor Patiño, casado con la tía de su esposa, entonces empeñado en la construcción de Las Hadas.

Todos los amigos de Brignone pasaron por Careyes, entre ellos Gianni Agnelli y Edmond de Rothschild. Agnelli propuso un proyecto que no prosperó: 14 hoteles y 6 mil condominios en la ensenada de Teopa. En cambio, Rothschild construyó en Playa Blanca el primer Club Méditerranée de México. El propio Brignone inauguró luego el Hotel Plaza Careyes, Playa Rosa y las Casitas de las Flores, con los arquitectos Alberto Mazzoni, Marco Aldaco, Diego Villaseñor y Jean-Claude Galibert. Y entonces aparecieron las casas: palapas de hoja de guano sin muros ni ventanas, sostenidas por vigas de guayabillo; columnas de palmeras ceñidas por amates, altas como las más grandes de la selva; habitaciones sin muebles y paredes sin cuadros, con líneas curvas y tenues como las de la naturaleza, coloridas por afuera y blancas por adentro, cuyas puertas y ventanas eran el marco del mar y de la selva. Acababa de nacer el estilo de Careyes.

Carlos Tello Díaz*

*Investigador de la UNAM (Cialc)

[email protected]

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Carlos Tello Díaz
  • Carlos Tello Díaz
  • Narrador, ensayista y cronista. Estudió Filosofía y Letras en el Balliol College de la Universidad de Oxford, y Relaciones Internacionales en el Trinity College de la Universidad de Cambridge. Ha sido investigador y profesor en las universidades de Cambridge (1998), Harvard (2000) y La Sorbona. Obtuvo el Egerton Prize 1979 y la Medalla Alonso de León al Mérito Histórico. Premio Mazatlán de Literatura 2016 por Porfirio Díaz, su vida y su tiempo / Escribe todos los miércoles jueves su columna Carta de viaje
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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